.... un hombre pequeño y menudo que de vez en cuando contaba pequeñas mentiras, sin mala intención, solamente para salir de algunos apuros, como decirle a un amigo que no quedaba con él porque tenía que salir de viaje, cuando en realidad no le apetecía y se quedaba tranquilo en casa.
Así creía que al no decir la verdad no hacía daño a nadie y sobre todo se evitaba momentos incómodos e incluso discusiones. De esta forma su conciencia y su vida eran relajadas.
Tanto se acostumbró, que con el tiempo las mentiras salían sin darse cuenta por su boca sin que su mente pudiese reaccionar y acallarlas. Y ya no eran solo excusas para los demás, sino como sucesos y andanzas de su vida que no habían llegado a perpetrarse.
Alguna que otra vez se arrepentía, pues esas mentiras había que mantenerlas cuando se encontraba con las personas a quienes se las había dicho y como una espiral éstas llevaban a otras para salir del paso y las pequeñas mentiras se conviertieron en grandes envolviéndole sin remedio.
Pero si es difícil recordar hechos verídicos más lo es con los irreales y sus historias comenzaron a tener fisuras, por lo que la gente desconfiaba y ponía en duda sus palabras.
Llegó un momento en que ya no supo discernir entre lo que los demás entendían por realidad e invención, creyéndoselo todo fervorosamente, inventándose un mundo para él y sus congéneres, dónde siempre encontraba respuestas y soluciones a los disparates más absurdos, dónde la realidad y la ficción no tenían ni principio ni fin.
Como los que lo rodeaban se sentían ultrajados, ofendidos y no le comprendían, acabó recluyéndose junto a un criado sordomudo en una casa solitaria en un paraje aislado, rodeado de libros y recuerdos todos reales para él y acompañado de su inagotable fantasía.
7 comentarios:
He conocido algunas personas que dicen mentiras. Pero jamás he conocido a nadie que diga la verdad.
Quizás porque nos asusta.
Hay verdades que cuesta reconocérselas incluso a uno mismo, pero lo mismo con las mentiras.
Tal vez las mentiras más peligrosas son las que nos decimos a nosotros mismos.
Desde luego, sobre todo si nos las acabamos creyendo.
¿Y qué es mentira y qué es verdad?
Por cierto, me encanta las luces y las sombras del cuadro.
Mentira es que yo tengo melenas.
Verdad es que ¡me está dando un hambre!
XD
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