28 de abril de 2007

Savoie I

Bueno, ya estamos de vuelta.

Resumen del viaje, en cifras:

4.891 km recorridos en furgo
440 litros de gasóleo
unos 250km recorridos andando
algunos miles de metros de subidas con sus respectivas bajadas
y, lo que es más importante...1.035 fotos, que suponen 3,8GB.

Como a quien no nos conozca le importa un carajo cómo nos fue el viaje, y a quien nos conozca...también, paso a contar lo que pueda ser de interés para conocer la región.

1º En la Saboya francesa nieva, nieva mucho, nieva de cojones:



2º Ver punto 1º.

Conste que la foto no tiene ningún truco. Me introduje por el hueco y debajo de toda esa nieve había una capilla de altura normal.


Cambiando de tema. A los franceses les encanta hacer carteles de señalización muy expresivos. Será porque les gustan los comics, será porque tienen dificultades con la lectura, será porque son así de simpáticos, pero todo está lleno de cartelitos avisándote de los más variados riesgos. Por supuesto, cuando vayáis, no les prestéis la menor atención, pues si sólo hacéis lo que está permitido, no salís de la cafetería del pueblo más cercano. Es cierto que las montañas son inmensas, y entrañan riesgos, pero con un poco de prudencia y sentido común es suficiente.

Tampoco es que al que las puso o las mandó poner le importe una mierda si te matas, ahogas o despeñas. Simplemente lo hacen para que luego tu familia no denuncie al ayuntamiento por no haberte avisado. Es como la consabida frase de mi madre:
-¿ves? ya te lo había avisado.
Claro, normal que acertase, se pasa el día de agorera vaticinando todo tipo de tragedias. Por simple cálculo de probabilidades alguna vez tiene que acertar. Y cuando toca, además del descalabro, toca sermón.

En fin, vamos a mostrar algunos de los que nos han parecido más curiosos.

No sé qué querrán decir los textos, pero para mí que este es un aviso para surfers. Ahí se ve uno corriendo a por su tabla.








Ésta en cambio está bien clara: es un sitio para practicar waterpolo. Mirad como uno de los jugadores pide la pelota.







Esta señal no la entiendo muy bien, pero me figuro que guarda relación con que a la furgo se le pusiera el catalizador a la altura de los inyectores cuando miraba por el rabillo de un intermitente hacia abajo.








Y por último, la que no acabo de entender es ésta ¿Habrá un concurso de break-dance y yo no me he enterado?

27 de abril de 2007

Ice Queen




La sensualidad de su voz hace que me resulte una mujer muy atractiva.

19 de abril de 2007

La gracia de Dios

13 de abril de 2007

El progreso

Desde siempre se han utilizado los ríos y regatos como vertederos para tirar aquellas cosas inútiles. Eran una especie de colector natural que tras cada avenida de agua se depuraba y regeneraba para seguir admitiendo basura.

Primero era una silla rota, un cántaro, o unos pantalones raídos. No pasaba nada, pues todo era biodegradable, aunque aún no existía esa palabra.

Luego vinieron los plásticos, y la cosa empezó a ser preocupante. Podían ser transportados, pero no digeridos por la naturaleza. Si vamos a una playa en invierno, o a la ribera de un río, nos encontramos con bidones de aceite, de lavavajillas, jirones de bolsas, embalajes...

Otra opción muy frecuente en Galicia es tirar las cosas en los caminos próximos al pueblo. Sea en la cuneta, sea en cualquier pendiente natural (de nuevo, el talud de un río). Uno que gusta andar por el campo, ya está acostumbrado al típico carrito de bebé, a la caja de Estrella Galicia, la lavadora, la cocina o el frigorífico. Televisiones y radios con las tripas fuera (aunque en este caso puede que se lo merezcan). Bicicletas, motillos y coches. Cascotes de obra, muñecas, latas de pintura o el omnipresente neumático. Incluso se veía el avance de la sociedad en que ya me he topado con algún que otro microondas, con la puerta abierta como una mueca burlona.

Pero hace unos días me encontré en la cuneta de un camino, separados uno de otro una decena de metros, la prueba de que la sociedad rural gallega verdaderamente ha progresado: ahora también tiran CPUs a la cuneta.



Lo de cruzarlas en mitad del camino es, por supuesto, cosa mía. Si son cerdos, que lo vean. Y que se tengan que bajar del coche, el que lo tiró o el palurdo de su vecino, para apartar su mierda.

De acuerdo que los concellos son una reata de mulas, y ni se les ocurre poner puntos de recogida de resíduos para que todas esas cosas tengan un reciclaje adecuado, cuando menos mandar una cuadrilla de limpieza que recoja toda la basura que está esparcida por los ríos y caminos. Pero lo que no me cabe en la cabeza es que alguien coja el coche para ir a tirar los ordenadores en mitad del campo, en vez de tirarlos en cualquier contenedor de basura. Para que luego digan que se pierden las tradiciones.

Por cierto, que en vez de tirarlo, ya podía habérmelo regalado. Una de las cajas era de un ordenador bastante más nuevo que el que yo tengo en el pueblo (no debía tener más de 5 añitos).

Galicia se desarrolla, tanto tecnológica como económicamente.

(los mismos palurdos de siempre, pero con gorra de baseball en lugar de boina)

12 de abril de 2007

Haciendo amigos

Comentaba en mi anterior entrada cómo los jerarcas de la Iglesia se han apropiado de la idea de Dios, de quien tienen el teléfono y les susurra al oído, y como en su nombre condenan a las llamas del infierno (ya perdieron el poder de quemar pecadores en vida) a todo el que no comulga con sus ideas.

O su Dios, o no hay Dios.

Y no sólo eso, sino que se sienten capaces de ir a ordenar la vida del vecino. Como tienen a Dios detrás, como no pueden estar errados, tienen autoridad moral para decirte cómo has de vivir tu vida.

Es ya vieja la frase de Don Manuel que decía:


Fuera del matrimonio todo es anarquía y vandalismo.


Es curiosa la intolerancia de los fundamentalistas (musulmanes, cristianos, hinduistas...da igual, son la misma basura). Nadie les impide casarse, tener hijos, enseñarles el miedo y la culpa. Es más, nadie obliga a Fraga a ponerse preservativos (otra de sus frases célebres), ni a abortar, ni a casarse con su querido Cuíña.

Todas estas declaraciones no las hizo siendo ministro de Franco. No. Fueron hechas, para vergüenza de esta tierra y de los palurdos que le votaron, siendo presidente de la Xunta. Y en la última legislatura, ya en el siglo XXI.


Parecía que las necedades de nuestro decano juglar galaico eran insuperables. Ni tan siquiera Acebes harto de perica se le acerca. Pero hete aquí que aparece una cucaracha italiana. Y no cualquiera, que es el presidente de su Conferencia Episcopal. Con ustedes, el arzobispo Angelo Bagnasco:



Hace unos días, este archicurita ha tenido la feliz idea de equiparar la convivencia fuera del matrimonio con el incesto y la pederastia, tildándolas de "aberraciones".

Ahí, haciendo amigos.

¿Porqué a este gusano le molesta tanto que el resto sigamos el consejo de Sinatra y hagamos las cosas...a nuestra manera?

¿Acaso él no las hace a la suya? ¿Atacamos los demás su derecho a ser célibe? Este es como el perro del hortelano, ni folla ni deja follar.

Supongo que así se ganará el aplauso de los ultras, pero se crea la animadversión de la inmensa mayoría de la sociedad que ve la cohabitación como una fase, al menos temporal, de una relación. Habrá algunos cobardes que bajen la cabeza con vergüenza ante su situación, pero creo que la mayoría de la sociedad ya tiene un nivel de madurez para no dejarse insultar por nadie. Aunque tenga el número de teléfono de Dios, y nos dé de su parte los recados.

Por otra parte, estaba pensando que esos insultos puede que no sean tales.

Eso de que fuera del matrimonio, todo es anarquía y vandalismo... me sentiría muy honrado de poder llamarme anarquista. Aún no soy lo suficientemente sabio, honesto y valiente para poder decir con propiedad que lo soy. Estoy en ello.

En cuanto al noble pueblo germánico de los vándalos, no veo que merezcan ser nombrados de forma ultrajante. Desde luego, a su paso por Hispania camino de África, dejaron muchos menos muertos y mucha más cultura que los que dejó su Generalísimo haciendo el recorrido inverso.

En cuanto al curita, y sus comparaciones...la verdad es que la idea del incesto siempre me sedujo. Entre la realeza egipcia era costumbre el matrimonio incestuoso para que no se perdiera la esencia divina (que aunque moraba en el hombre, era transmitida por vía materna).

Y en cuanto a la pederastia, tabú de nuestro tiempo...pues lo mismo que con el incesto, el masoquismo o la poligamia...mientras sea voluntariamente admitido, estupendo.

Hipócrita sociedad la nuestra, que quiere defender a nuestros hijos del contacto con ese bicho inmundo que es el sexo, la pornografía...y tuerce la cabeza cuando pasa una quinceañera vestida de fiesta.

No hay una edad mínima para el sexo. No es un vicio, como el alcohol o el tabaco. Por mí, habría clases de educación sexual en el parvulario con prácticas (eso sí, entre ellos; para que no haya abusos de poder). Y la profesora haría las demostraciones con el catequista de la parroquia. :p

El incesto...que desgracia la mía de no tener hermanas (aunque si se parecen a mi, casi mejor que no). La poligamia...espero reencarnarme musulmán, y rico. Y por el masoquismo sí que no paso. El que me toque, le arranco los dientes. Eso sí, al que le guste, que lo disfrute, que a mi no me hace mal alguno.

La moraleja, es que sólo los paletos y cotillas se ponen a arreglar la vida de los demás, y más la vida de alcoba. Que cada uno, de su capa, hace un sayo.

11 de abril de 2007

La eucaristía



El cardenal Rouco Varela ve mal que en una Iglesia de su feudo se de la comunión con rosquillas y magdalenas. Y hace bien, pues en el Catecismo de la Iglesia Católica queda bien claro que sólo se puede consagrar en la eucaristía vino de uva y pan de trigo sin levadura.

Es evidente que, si se mantuvo inflexible ante las peticiones de los fieles celíacos que se vieron privados así de un sacramento que se supone salvífico, no iba a permitir que ese grano que tenía en el culo de su diócesis siguiera escandalizando y cuestionando los pilares de la institución.

Es curioso como los doctores de la Iglesia no se han percatado de lo que el vulgo entiende y usa de forma natural al expresarse: la comunión no es reparto de alimentos mágicos, sino comunión de ideas y de voluntades. Así, decimos que no estamos de acuerdo con tal grupo diciendo que no comulgamos con ellos, o con lo que nos cuentan.

La Iglesia, como en otras tantas cosas, tiró el vino y se quedó con el brillo de la botella. A guardado el rito, el envase, las formas; no entiende que lo importante no es el hecho de comer pan ácimo de trigo, pues muy probablemente ni el mismo Cristo repartió a sus amigos pan amasado con harina de ese cereal (podría haber sido de cebada, de escanda...), lo cual llevaría a decir que según la doctrina de la Iglesia Católica, la Última Cena no fue una eucaristía válida).



Los jerarcas han entendido que si el chamán de la aldea coge pan (pan ácimo de trigo, como pudiera ser cola de lagarto cogida en plenilunio) y le hace unos pases mágicos, se convierte por arte de birlibirloque en cuerpo y sangre de la divinidad, que confiere poderes sobrenaturales y participa de su santidad.

O la Iglesia nunca ha entendido nada, o es que como dicen algunos, se creó la Iglesia para asegurarse de desactivar el mensaje cristiano y que nadie entendiera nunca nada.

Lo importante de la eucaristía no es hostia ni el copón, eso es una chorrada. Al leer la narración que los evangelistas hacen de la Última Cena, parece evidente que el Cristo, presintiendo su muerte, les pide que le recuerden y conserven su mensaje. La comunión es comunión de ideas, una reunión entre hermanos en la que se comparten los alimentos y las esperanzas de salvación. El pan y el vino es una simplísima metáfora para referirse a la comida y la bebida, podrían haber sido cualquier otros.

Así, en strictus sensi, la eucaristía que celebraban los curas barbudos de Entrevías era verdaderamente una eucaristía si en ella se reunían creyentes con una intención de recordar al Cristo y seguir sus enseñanzas. Que hubiera o no alimentos es lo de menos, pues eso es sólo el símbolo. Hoy, en una sociedad con anoréxicos, bulímicos y obesos quizá no tenga mucho sentido, pero en una sociedad en la que la comida de mañana no estaba asegurada, compartir el pan era una muestra de solidaridad y hermandad. Partir el pan era un símbolo muy poderoso que cualquiera que quisiera entender, entendía.

Habría que preguntarse si son verdaderas eucaristías las que cumplen el rito según la ortodoxia católica. Una fila de fieles recibiendo el alimento mágico en silencio, ordenadamente, antes de irse cada uno para su casa. Nada se comparte, no hay fraternidad, no hay comunicación. El cura da las hostias, el cura habla, el cura dirige. En vez de tejerse una red de relaciones, sólo existen los hilos (cadenas) que unen a los súbditos o fieles con la institución.

En las iglesias no existe comunión, sólo rito. Las pocas veces que (creo que las cuento con los dedos de la mano) me dieron la comunión, en modo alguno fue un acto de hermanamiento. Fue el cumplimiento de un rito al que ya de pequeño me rebelé por considerarlo absurdo. En los templos hace milenios que sólo queda superstición, ritual, superchería.

Unos añitos más tarde sí que comulgué, muchas, incontables veces. Comulgué con unos litros y unos porros. O con kalimotxo. O si alguien estaba bien de pasta...

Eso era una verdadera comunión, de cariños, de confianza, de penas, de agobios y de risas. Los porros se rulaban y, si alguien no tenía para poner para los litros, el máximo reproche era ir a la bodega a pillarlos. Yo comulgué con mis colegas, pues ellos eran mi familia. Y no se nos ocurrió divinizar el costo ni la birra (aunque a veces nos postrábamos en la hierba del parque para adorar, al otro lado del Manzanares, los enormes tanques de la antigua factoría de Mahou). Y es que sabíamos que eran sólo la excusa, el ritual. Que lo importante, lo que nos aseguraba pasar una buena noche de Sábado, era estar juntos.

El porro no se pide, se pasa.

Toda una lección de vida que aprendí de muy cani. En una frase tan simple, toda una filosofía contemplativa de la vida. Un compañerismo, una relación fraterna y generosa con los demás que aprendí sentado en el banco del parque con los colegas (prácticamente todos ateos).

Haría bien Rouco en aprender de sus curas barbudos, que practican una religión de hombres y no un ritual vacío para ángeles o bestias (son lo mismo, ninguno tiene voluntad). Aún dos mil años después, los fariseos no han comprendido el mensaje del Cristo, y se han quedado con los ritos, con la institución, con la jerarquía. con la botella.

No tengo ni idea de si existe un Dios, lo dudo. Pero de existir, Rouco y compañía tendrán que explicarle algún día porqué han secuestrado su nombre para usarlo de ariete contra aquellos que no están a su derecha política. Empleando la receta de las lentejas escolásticas (si quieres las tomas...), han dejado fuera a todos los que no comulgaban con su Dios, el Dios que bendice los cañones y sirve de coartada para justificar los gloriosos alzamientos y sus crímenes.

Han utilizado a Dios como el ventrílocuo a su muñeco. Pretendiendo hablar en su nombre, han hecho que Dios hable con su voz. Y ante esta voz, machista, homófoba y reaccionaria, han provocado que la sociedad torciera el gesto ante la religión, y los templos se vaciaran.




Quizá esta sociedad necesite un punto de religiosidad, de espiritualidad. Con o sin Dios, pues no es necesario Dios para que exista el espíritu ni la religión. Pero habrá de ser una religión sin dogmas, sin tradiciones, sin sacramentos, sin trágalas. Sin esperpentos de Semana Santa, sin beateríos, sin supersticiones, sin rezo a los santos para que llueva, sin adoración al santo coño no reventado de la Virgen. Sin instituciones, sin concordatos, sin clero y sin grey, sin excomuniones ni herejías, sin púlpitos, sin exorcismos, sin ritos. Una religión sin reprimidos sexuales ni obsesos, sin virginidad ni obscenidades, sin tabúes ni fijaciones, sin mantilla ni rebeca.

Ni profetas, ni santones ni iluminados. Las oraciones al incorrupto prepucio de San Cucufato sobran. Ni verdades reveladas ni libros sagrados. Sin simonía ni proselitismo. Ni guerras santas ni estados teocráticos.

Sin confesionarios, ni escapularios, ni incensarios. Sin papas infalibles ni madres superioras. Ni ayuno ni abstinencia; ni diezmos, ni concordatos. Ni pecado original ni abluciones. Sin huríes ni demonios. Ni magia, ni brujería, ni ritos atávicos.

Si a las religiones milenarias les quitas la apariencia y la superchería, los ritos y los mitos ¿qué es lo que queda de racional? Lo que quede de ellas, si es que queda algo, es lo único que merece ser conservado. El resto, error y confusión, a la basura de la historia.

Las religiones tuvieron un tiempo, un sentido. Cuando empezaron a nacer los estados, se necesitaba a un Dios que sancionase el poder y las leyes. Hoy la sociedad no necesita que el Código Civil sea otorgado por un Dios, nos lo damos nosotros mismos. Los políticos gobiernan por nuestra gracia, y no la de Dios. La religión institucionalizada ya no nos sirve, es una losa sobre nuestra conciencia, un ancla sobre nuestro desarrollo, una rémora para la sociedad.

Sería interesante ver nacer una religión de personas y para personas, libre de supersticiones y dogmatismos. Una credo que no sólo respete la libertad de conciencia sino que nazca de la libertad de conciencia. Un pensamiento que admita una realidad trascendente, pero que reconozca con humildad que no es posible probarlo y, por lo tanto, sería un crimen imponerlo y una hipocresía enseñarlo.

Una religión para cada persona, un bote y un timón para cada hombre libre. Caminos en la mar para llegar a un mismo horizonte.


La única iglesia que ilumina es la que arde


O, en una versión más temperada y respetuosa con nuestro patrimonio:
La única iglesia que ilumina, es la reconvertida en biblioteca

2 de abril de 2007

Erase una vez....



Cuando vi esta fotografía de Imogen Cunningham me recordó a un cuento, Caperucita Roja, supongo que por la abuelita (la fotógrafa) la no tan niña (la modelo) y el bosque.

El que siempre se lee a los niños es el cuento acaramelado de los Hermanos Grimm, pero a mí me gusta más la versión que en 1697 escribió Charles Perrault: Le petit chaperon rouge.

En esta primera versión, el escritor cambia el pasaje en que el lobo disfrazado de abuelita incita a la niña a tomar carne y sangre de la abuela a la que acaba de descuartizar, por un final en que caperucita es comida por el lobo.

El cuento va destinado a prevenir a las niñas de encuentros con desconocidos, incluyendo la siguiente moraleja:

Aquí vemos que la adolescencia,
en especial las señoritas,
bien hechas, amables y bonitas
no deben a cualquiera oír con complacencia,
y no resulta causa de extrañeza
ver que muchas del lobo son la presa.
Y digo el lobo, pues bajo su envoltura
no todos son de igual calaña:
Los hay con no poca maña,
silenciosos, sin odio ni amargura,
que en secreto, pacientes, con dulzura
van a la siga de las damiselas
hasta las casas y en las callejuelas;
más, bien sabemos que los zalameros
entre todos los lobos ¡ay! son los más fieros.


Os dejo unas ilustraciones que Gustave Doré realizó para este cuento