4 de junio de 2007

La abuela de los fotógrafos



Imogen Cunningham nació en Portland, en 1883. En 1901 compró su primera cámara, la cual vendió al poco tiempo. Cuando volvió a retomar la fotografía, ya en la universidad, sería para siempre.

Me la imagino como una mujer testaruda, con muchas manías y obsesiones, y un sentido del humor corrosivo. Los temas de su fotografía son muy amplios, pero parece que está sacando siempre la misma fotografía: flores, conchas, desnudos, retratos... En los retratos, le presta especial atención a aquello que tiene de particular el retratado; los dedos de un violinista, el cuerpo de un bailarín...

Calas (1925)






Conchas (1930)






Triángulos (1928)






Serpiente (1920)






Espalda espiral (1929)






Frida Khalo (1931)






José Limón, bailarín (1939)



Excepto en la de Frida, el resto de fotos me parecen la misma. Tiene una curva en la mente que le produce placer y, cuando la encuentra, la fotografía.

Podría seguir poniendo fotos hasta el aburrimiento, pero no haría más que saturar la página. Mejor que visitéis el sitio desde el que las estoy sacando, que es un lujazo.


Como esto pretende ser un homenaje (ahora de qué le servirá) a Imogen, voy a sacar unas cuantas fotos suyas:

Autorretrato (1906)






Autorretrato (1910)






Imogen Cunningham por Roi Partridge (1915)






Autorretrato con Koronaview (1933)






Retrato por Paul Bishop (1962)






Autorretrato (1974)






¡Imogen!


Curioso sentido del humor, desde luego.


Y por fín, el retrato que le hizo Judy Dater, que me puso tras la pista de la abuelita gracias a mis dos colaboradoras sabiondas.







Para terminar, un par de fotos más que me han gustado.

Una foto de un negro en blanco y negro, el colmo de los colmos. Me encanta el ambiente.







Esta en cambio, lo que menos me gusta es el ambiente. La columnita esa de yeso era para tirarla por la ventana, o hacérsela comer al fotógrafo. Sin embargo la posición de la modelo, sobre todo de cintura para abajo, sus formas, su cadera redondeada, los bellísimos pies...han logrado captar el ideal de belleza del clasicismo griego. Las manos...puede. Pero los pechos (muy bonitos bajo mi idea moderna de belleza) y, sobre todo, el gesto, rompen la marmórea ilusión de estar contemplando a Venus (además de la maldita columnita chunga que ofende a la vista).

3 comentarios:

marialob dijo...

Para mí ha sido todo un descubrimiento ¡gracias!
saludos

Raíña Loba dijo...

Muchas de las foto ya las había visto, otras como la de ¡imogen! no y me ha encantado.
Debió ser una mujer curiosa y carismática, ya que ser fotógrafa y más en esa época no era fácil.

Me gustan las curvas, las líneas invisibles, la sinuosidad, como la de la serpiente o la cala.

Te ha quedado una presentación muy guapa.

Anónimo dijo...

Las fotografías me han encantado y, desde luego, Imogen debió de ser una mujer interesante y curiosa, sobre todo teniendo en cuenta la época en la que vivió, como añade Raiña...

Hay personas a las que deberían obligar por ley a escribir una autobiografía antes de morir...con tantas cosas para contar y tantos pensamientos filosóficos sobre la vida que podrían dejar plasmados...

Puntos de vista diferentes para enriquecernos un poquito...y criticar siempre constructivamente...

Felicidades, Mendiguiño.