22 de junio de 2007

Νίκη

La escena: un vejete entra en una tienda de ropa deportiva. Le pide al mozalbete del mostrador unas zapatillas de deporte, pues el médico le ha impuesto como penitencia caminar durante una hora.



El chaval, tras pedirle el número, entra en la trastienda y sale con unas cajas con el emblema de Nike. Empieza a mostrar zapatillas cuando el viejo le interrumpe:

- No, no. No me interesan de la marca /niqué/

El dependiente le mira de soslayo con una mueca de fastidio, y le responde, con la superioridad de quien es diplomado en todos los saberes impartidos en la televisión y que cree sin fisuras en la palabra de la Santísima Publicidad, amén de su master nuevos modelos de marcas deportivas.

- Pues /naik/ es la marca leader en calzado deportivo. Es la mejor marca. Se dice /naik/ ¿sabe? es inglés.

Esto lo dice mientras muestra el emblema de la sudadera que porta, con orgullo de sólo llevar lo mejor.

El viejo mira al zagal y le responde con infinita paciencia.

- No. No quiero prendas de una marca que ha sido denunciada en reiteradas ocasiones por explotación infantil. No quiero ser cómplice de la esclavitud de los niños de un país miserable. No quiero pagar de más por unas zapatillas de calidad mediocre, confeccionadas a precios de risa y vendidas a precios de escándalo. Además, /naik/ lo dirán los ingleses que no dan para más. La pronunciación correcta es /niqué/, y no es inglés sino griego. Significa victoria, la Diosa de la Victoria. Y ésta -poniendo su sarmentoso dedo en el pecho del rapaz- es el ala de la Diosa.

El dependiente desenchufó el cable del lector de tarjetas de crédito, lo desenchufó de la roseta y volvió apesadumbrado a la trastienda. Con los posos que le quedaban de honor y lucidez, en un cerebro lavado por el consumismo, viendo cómo su mundo se desplomaba como las murallas de un castillo de arena, en un destello de coherencia en su inútil vida, subió a la escalera de mano que le ayudaba a coger las cajas más altas, aseguró un extremo del cable telefónico en el larguero del último estante, se pasó el otro extremo por el cuello, anudándolo, y saltó.



La Victoria de Samocracia (Νίκη της Σαμοθράκης) (s.II a.C.)

6 comentarios:

flor de un día dijo...

Lástima que la historia sea difícil de creer... No sólo por el final del dependiente, sino más bien por lo de que alguien llegue a tener un momento de lucidez.
Preciosa, la escultura. Las alas, sus plumas, la ropa, sus ondulaciones, el pecho, el ombligo, el movimiento... Hasta parece que la esté moviendo el viento... la fuerza de la victoria.

Mendiño dijo...

Si te fijas, la victoria está sobre la proa de un barco, guiando a la flota (se cree que la escultura se hizo como conmemoración de una batalla naval).

Está haciendo la función profiláctica que luego desempeñaría el mascarón de proa: proteger contra la adversidad y conducir a buen puerto o a la victoria sobre el enemigo.

Raíña Loba dijo...

Se te está pegando el humor macabro?

Quiero unas alas como esas, pero más ligeritas :P

Me gusta. La escultura y el texto.

Anónimo dijo...

¿Macabro?

Bah! Sólo porque le puse un final un poco efectista... ;)

Lo que quería era contraponer la cultura general, la sabiduría...con la pseudocultura friki de estas nuevas generaciones que han crecido con el biberón de la televisión.

El conocimiento del mundo contra el conocimiento de ese submundo irreal, ese paraíso artificial, mundo de Oz o Disneyland Paris en el que el capital y la industria del entretenimiento quieren encerrar nuestra inteligencia.

Anónimo dijo...

Perdón, ¿alguien sabe si la escultura ha sido ya devuelta a los griegos?

Mendiño dijo...

¿?

Que yo sepa, sigue en el Louvre. Y me sorprendería que saliera algún día de ahí.

Algo había oído con los frisos del Partenón, que los reclamaban. De la Nike de Samotracia no sabía nada.

Pero vamos, me figuro que es como lo de Gibraltar o las Malvinas...por ladrar, que no quede.