Dicen que el Miño lleva la fama, y el Sil, el agua.
La cabecera del Sil está en la ladera Sur de las montañas de Somiedo, entre León y Asturias. Son montañas más altas que las que alimentan el Miño, así pues, el Sil tiene un caudal más estable durante todo el año (o tenía, ahora ambos están represados media docena de veces).
Parece increíble que este arroyuelo sea el mismo río que en su curso bajo vemos encajonarse en la Ribeira Sacra, y formar un estrecho y largo lago interior navegable.
En esta pequeña campa a dos mil metros de altitud, están las fuentes del Sil.
El pico del fondo es Montihuero (2187m), a sus pies está la laguna verde, resto de un glaciar que pienso visitar otro día.
Las fuentes del Sil están situadas al pie de Pena Orniz, el pico más alto de esta zona (2194m). Como vamos con tiempo y sobrados de fuerzas y ánimo, decidimos subir. La tremenda pendiente y la nieve blanda, que nos hacía hundirnos hasta las rodillas nos hizo sudar la gota gorda para avanzar sólo unos metros (y las polainas, en casa, que no creíamos encontrar nieve). Con la excusa de sacar una panorámica, aprovechamos para volver a coger resuello.
Un pequeño esfuerzo más y...¡llegamos! El típico buzoncito en lo alto de la montaña, para que la gente deje sus mensajes de paz y armonía con el mundo. No llevábamos boli, lástima. Miro el buzoncito metálico con cierto respeto: si pudiera hablar, me contaría cuan frías y ventosas pueden ser las noches aquí arriba. Por ahora, el día aguanta y la temperatura, si te guareces del viento, es bastante agradable.
Por el Norte empieza a verse un manto oscuro, pero por ahora no nos preocupamos. A la distancia que está, llegará cuando estemos ya abajo.
Sigo sacando panorámicas hasta que se nubla el sol, empieza a soplar un viento gélido y húmedo y en cuestión de minutos cambiamos de estación de regreso al invierno. Nos ponemos todo lo que llevamos de ropa ya que en el cuarto de hora que llevamos aquí ha debido bajar la temperatura más de 10º; comemos una manzanita y empezamos el descenso a toda velocidad.
Afortunadamente, el cielo aguantó lo suficiente para llegar al pueblo de La Cueta, donde habíamos aparcado la noche anterior. Para no repetir "habitación" arrancamos y nos fuimos a cenar y dormir al lado de un puente y una cascadita, con el Sil arrullándonos. A la mañana siguiente, al abrir la puerta de la furgo para ir a mear, me encuentro con esta preciosa sorpresa:
Acababa de ponerse a nevar. Al principio, sólo era "nieve arrecía", pero poco a poco empezaron a caer copos de los gordos, de los que cuajan rápido. Aunque estábamos bastante bajos (1200m) y llevábamos cadenas, no queríamos correr el riesgo de quedarnos encerrados y decidimos ir retrocediento. Pedrafita de Babia, Villablino, Palacios del Sil...según parábamos en un sitio cada vez más bajo, la cota de nieve bajaba a la par; sólo nos abandonó la nieve entrando en Ponferrada.
Menos mal que decidimos salir, porque creo que hoy todavía sigue nevando allá arriba. ¡Y no llevábamos latas para una semana! Ahora entiendo que siempre sean los pueblos de la comarca de Babia los que se queden incomunicados en los temporales: ¡aquí nieva en serio!
De regreso hacia Ponferrada, paré a sacar el silo de una mina de carbón (el Bierzo es la mayor reserva de hulla de la península). Los cristales rotos, la nieve cayendo, el polvo negro pegado a las paredes, a las máquinas...es el paisaje más lóbrego y triste que he fotografiado jamás.
24 de marzo de 2007
Las fuentes del Sil
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9 comentarios:
Bajó la cota hasta los 600m.
Sería curioso volver en cuanto pase el temporal (parece que ya ha pasado) y sacar fotos de los mismos sitios...totalmente blancos.
¿Alguien se apunta?
Bueno, hombre!
Las panorámicas me gustan! La primera ha quedado como un poco abombadita y todo. Lo has hecho expresamente o salió así sin quererlo?
Es difícil, sacar algo tan grandote (y que quede medianamente bien). Y más difícil aún es el dar la sensación de lo diminuto que te sientes, ahí arriba o abajo, entre tanta grandeza, tanta belleza...
Sí que debe estar bien, volver a ver eso mismo, pero totalmente cubierto de nieve.
Ya te dije que no estaba nada conforme con cómo me habían salido.
Que merezcan la pena, sólo son la foto del buzoncito y la última, la de la mina. Le saqué varias, y me quedé precisamente con la que estaba más borrosa, entre la niebla, la nieve, el viento que me movía y la poca luz (y eso que era mediodía).
El efecto de ojo de pez de la primera panorámica es normal, la curvatura de la lente, al sumar las fotos, se magnifica. En las otras se nota menos, eso sí.
Vamos, hay fotos muy chulas, pero no íbamos a ponerlas todas aquí.
Por ejemplo hay algunas nuestras con paisajes al fondo muy buenas, incluso en alguna se nos ve con una minicascadita ;)
La última me encanta...reflejo de una realidad...
Soy de las que voy al cine a "sufrir", a ver en la pantalla una historia sin elementos de ficción que dulcifiquen un poco esos problemas cotidianos...
Quizá por eso me atraiga esta imagen...
Preciosas aportaciones...
Hasta has hecho que empiece a llamarme la atención la montaña...(y mira que sabes que soy más de playa...)
Parabéns :-)
Y yo me apunto!!! en cuanto compre el mapa, claro...:-S
Campu, ya me dijo la lobita que te subiera esa foto, que seguro que te gustaba. Se ve que te conoce bien ;)
María, después de los equilibrios que te vi haciendo ayer para pasar de una playa a otra, no me quiero ni imaginar verte subiendo una montaña. XD
Aunque tampoco te creas, que en cuanto se acaba lo de trepar, y empieza la escalada pura y dura, soy yo el primero que me rajo. Nononono. Las paredes verticales, para las águilas y los buitres. No están hechas para animalitos timoratos y con amor al suelo como yo.
;)
Despertarme y ver que la furgo estaba nevada, que el paisaje no era el mismo que antes de acostarnos, que me cayeran encima las flepas...fue una sensación maravillosa, yo sí que quería quedarme atrapada (y no volver al trabajo ;))
En cambio es indescriptible lo que sentí cuando llegamos a la cumbre, jadeando, con las caras rojitas pero una sonrisa en los labios. No imaginaba semejante paisaje, mis ojos lo devoraban, veía tanto y tan lejos! normalmente subimos a una montaña y siempre hay otra más y otra, pero aquí podía ver todas las que había, bueno lo que mis ojos abarcaban.
Tuvimos una suerte inmensa al estar el día despejado. Si llegamos más tarde habríamos tenido un sombrero de nubes sobre nosotros y nos habríamos perdido esa vista espectacular.
Si, si. Si llegamos a quedarnos donde dormimos, nos pasamos varios días hasta que viniese la quitanieves.
Ya me imagino cuando se lo dijeras a tu jefe, subiéndose por las paredes como la niña del exorcista.
Juas juas juas juas
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