24 de enero de 2008

Al servicio del torturador II



Hace dos años escribí sobre el indulto que el gobierno había concedido a los policías locales que en marzo del 97 detuvieron ilegalmente y dieron una paliza al ciudadano senegalés Mamadou Kane.

Para aumentar más la vergüenza: el grupo de gobierno del Concello de Vigo volvió a readmitir en la Policía Local a estos delincuentes, ya que el indulto también era extensible a las penas de inhabilitación.

Hace unos días, el Tribunal Supremo confirmó el indulto a estos policías torturadores.

El mensaje es claro: Los cuerpos policiales tienen unas prerrogativas que les confiere la ley para poder vejar, maltratar y torturar con absoluta impunidad.

El llamado abuso de autoridad es un abuso de la violencia tutelada por el Estado, pues autoridad no tiene ninguna un analfabeto con pistola. Lo que tiene es fuerza, la de su animalidad y la que le confiere el enorme aparato represor que le respalda.

La presunción de veracidad de un agente que invalida tu presunción de inocencia e invierte la carga de la prueba, rompiendo un pilar básico del derecho desde tiempos de César.

Puede aislar a un ciudadano, impedir que otros acudan a socorrerle para poder actuar de testigos, pueden detenerlo e introducirlo en un vehículo donde nadie podrá ser testigo de los abusos. De igual forma, una vez en los calabozos de la comisaria, cualquier actuación de los funcionarios podrá ser impune al no tener el detenido forma de probar nada.

Insisto: el gobierno sigue negando las recomendaciones del relator de la ONU contra la tortura, de tener cámaras que graben el interior de la comisaría, así como existen en el exterior para protección de los propios agentes (a diferencia de la Ertzantza y los Mossos).

Todo esto configura un panorama que todo el que ha sufrido abusos policiales conoce: es absolutamente imposible probar nada, ya que el sistema está montado de forma que así sea.

Es tu palabra contra la de un grupo de policías. Y para un juez, este grupo de analfabetos funcionales tiene más valor que la de un ciudadano que jamás ha empuñado un arma ni ha agredido a un convecino.

De intentar la denuncia, te topas con unos maltratadores que son defendidos por los servicios jurídicos del Estado, con sus ilimitados recursos, mientras que tú te tienes que pagar la defensa (y los más que seguros recursos de resultar inicialmente favorable el fallo).

Por si fuera poco, la actitud de la magistratura en estos casos es abiertamente pro-policial. Sólo en muy raros, excepcionales casos se consiguen condenas a policías, y son mucho más frecuentes las sentencias que tragan con verdaderas piedras de molino, inmensas mentiras que la defensa crea para proteger a sus patrocinados.

Y cuando alguna de estas sentencias prospera, como es el caso de los maltratos a Mamadou Kane, ...en vez de el Estado pedir un incremento de penas para que sean verdaderamente ejemplares para dar una imagen de firmeza ante la tortura policial...¡¡¡INDULTA A LOS POLICÍAS TORTURADORES!!!!

Y ahora por fin, el Tribunal Supremo desestima el recurso contra este indulto presentado por el agredido.

El mensaje es nítido, y ha llegado alto y claro a los cuerpos policiales de toda España: tenéis nuestro apoyo y protección. Gozáis de inmunidad para vejar, humillar, maltratar, torturar o detener arbitrariamente a quien consideréis oportuno. Los excesos serán silenciados, excusados o, si la cosa prospera...indultados.

La prepotencia, arbitrariedad y matonismo policial (especialmente en algunos cuerpos como los antidisturbios) es una lacra en nuestro país.

Lástima que nuestros representantes políticos, nuestro monarca, nuestras "autoridades" nunca se refieran a ella y sí sólo a la violencia que les preocupa, que les amenaza, y que les interesa destacar.

8 comentarios:

Mendiño dijo...

Aunque la culpa de la impunidad policial es tuya, y mía, y de todos.

De tolerar lo que pasa y pensar que "algo habrá hecho para merecérselo".

De tragar con piedras de molino, de un policía al que se le cae el arma y se dispara fortuitamente, que una esquirla de una bala se desvía y mata a una persona, que el agente se tropieza con el arma en la mano y atraviesa de un disparo en el corazón a un inmigrante que se encontraba a 50 metros...

De esta me acuerdo, no sé si era en la valla de Ceuta o de Melilla, hablé hace tiempo de esa noticia (que no fue noticia, porque a nadie le interesa una mierda).

Con el arco olímpico tiramos en sala a 18m. A esa distancia, no es fácil darle a un objetivo móvil con tanta precisión.

Cuando tiramos a 50m, las dianas son enormes...es más de medio campo de fútbol!!!

Una pistola es más imprecisa que un arco olímpico. Así que, el agente que traspasó el corazón de ese inmigrante a 50m desde luego tenía una excepcional puntería.

Pretender que ese tiro fue fortuito, un accidente, cuando siendo voluntario es todo un alarde de destreza y suerte...es comulgar con piedras de molino.

Más que nada, porque si estás corriendo y tropiezas, las manos se dirigen al suelo para protegerte de la caída.

Podemos seguir comulgando con piedras de molino, y pensando que a los judíos los subían a trenes para llevarlos a barrios residenciales. La verdad oficial es más bonita, en las noticias todo concuerda. Hay buenos, hay malos. Nosotros somos buenos, de eso no hay duda.

¿Las cámaras de gas? ¿de qué me hablas?

Podemos seguir mirando para otro lado.

Mendiño dijo...

Ah!

Y por favor, que nadie me conteste diciendo que no todos los policías son malos.

Por supuesto que no. Es más, la gran mayoría de los policías (en unos cuerpos más que en otros) son personas honradas.

Pero cuando existe un delincuente, un maltratador, un criminal en un cuerpo policial, tiene el sistema montado para que sus delitos queden impunes.

Por la honorabilidad de todos sus compañeros (culpables también por connivencia con el delincuente, tolerando el abuso por compañerismo), debiera perseguirse a los que usan del uniforme de funcionario público para poder desahogar sus frustraciones e instintos criminales golpeando y vejando impunemente.

Anónimo dijo...

A lo último se le llama corporativismo y desde luego, no esperes que la solución a las torturas vengan desde el gobierno.

Mendiño dijo...

Bueno, también podemos esperar que los maltratadores de uniforme sean abducidos por una nave alienígena y cuando vuelvan a a la tierra, se hayan transformado por arte de birlibirloque en tiernos corderitos, pacíficos ciudadanos.

Siempre hay más posibilidades, Javi...

Os collóns!

Es así desde que el mundo es mundo: a un paleto, le das un arma y un uniforme y se cree Alejandro Magno.

Sergio dijo...

Creo que la medida lógica a tomar en estos casos es no solamente despojar de autoridad y encarcelar a quien comete un delito de abuso de autoridad y tortura, sino también a todos aquellos de sus compañeros y/o superiores que lo protegen amañando pruebas. Me baso para decir esto en que la justicia, normalmente, encarcela o castiga de algún modo a quien amaña pruebas para proteger a un asesino, o a quien no denuncia un asesinato. El delito que comete un policía, una persona a la cual la sociedad le confía su protección y la defensa de sus derechos, es mucho más punible que el de un civil casualmente por eso, porque la sociedad le da la autoridad y las armas necesarias como para defenderla, y al atacarla ya sea realizando tortura, utilizando su "placa" para conseguir ventajas, o su posición para acceder y manejar dinero sucio, no solo está cometiendo un delito civil, sino que está traicionando a todos aquellos que le han permitido acceder a esa posición y a los que él debe respeto y ha de prestar servicio.

Espero haberme explicado medianamente bien.

Un abrazo.

Mendiño dijo...

No, si te has expresado perfectamente bien.

Es que es de cajón: un delito cometido por un policía es mucho más grave, ya que éste cuenta con la confianza y el poder que le da el Estado para precisamente evitar delitos. Porque si dispara, dispara con una pistola que le ha comprado el Estado. Porque la porra se la pagamos todos, y las botas con las que patea, y el uniforme que lo identifica como parte del Estado.

Es que cuando actúa, lo hace en nombre de un Estado.

Por eso es de cajón que, dado el margen de actuación que tengan, es el Estado el que tiene que vigilar lo que hacen sus perros: ya que él es el responsable último.

Pero si vemos que cuando hay malos tratos, el gobierno los excusa; y de haber condenas, el gobierno indulta a los maltratadores...hemos de colegir que la actuación criminal de ciertos policías es conforme a los deseos del Estado, que los protege y recompensa (así, a bote pronto, recuerdo el ascenso de Rodríguez Galindo a General de la Guardia Civil por sus servicios en Intxaurrondo).

Es muy grave.

Es continuar la línea represiva criminal de la policía franquista. Es útil, y ni P$OE ni PP han querido dejar de servirse de ella.

Mendiño dijo...

Javier Ortíz toca hoy el tema.

Mendiño dijo...

Y ahora que digo: 3 años de cárcel a los policías por secuestro y agresiones.

3 años de cárcel también a los sindicalistas de la Naval de Gijón por romper una cámara de vigilancia.

La proporcionalidad de la justicia, que le llaman.

Y el gobierno a quien indulta...A LOS POLICÍAS, CLARO!!!!