Es muy frecuente en todos los grupos sociales la creación de un enemigo, real o imaginario, que consolide el grupo en torno al odio hacia ese personaje. Uno de los pasos de la peregrinación (حَجّ) a La Meca (مكة المكرمة) es apedrear al diablo en la forma de unos pilares de piedra.
El diablo adopta múltiples formas.
Para los españoles de bien, durante muchos años el enemigo, el diablo cojuelo, el coco fue Jon Idígoras.
A raíz de su enfermedad y la condena a la Mesa Nacional de HB, fue sustituido en el corazón de los españoles por otro personaje que heredó el título de "enemigo número uno de España": Arnaldo Otegi.
Con la caída en desgracia de éste, ya no quedan rostros conocidos a quien identificar con el separatismo vasco, porque los que llevan ahora la voz cantante, llevan capucha.
Entre Garzón y Grande-Marlaska han dejado a la sociedad española huérfana de un enemigo en el que pudieran todos los ciudadanos sentirse unidos en fraternal abominación.
A falta de enemigos internos (como todo el mundo sabe, los peores) se ha tenido que mirar allende nuestras fronteras, plus ultra, al más adecuado para desempeñar tal papel. Y lo han encontrado:
Efectivamente, "el gorila rojo", Hugo Chávez. El sudaca comunista que viene a quitarle a los españoles sus bancos y petroleras, como si alguna vez hubieran sido suyos.
¡Habemus diabolum!
1 comentario:
Creo que has olvidado a el enemigo público number güan durante tantos años: Xabier Arzalluz. ¡Qué tiempos aquellos cuando Arzalluz era el blanco de todo patriota español que se preciara.
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