
Hoy me siento abuelo cebolleta, así que permitidme que cuente una historia de mis comienzos en la red, hará unos ocho añitos.
De aquella, estaba enredando con el chat, y solía entrar en el IRC_Hispano. Habitual del canal #revolución (los dos, con y sin acento, según nos cerraban uno u otro) y de otros canales "levantiscos", era habitual que entrasen trolls fachorros a tocar los cojones (y viceversa).
Llevo a gala el haber entrado en canales como #división_azul o #falange y, tras advertir que no venía a trollear sino a mantener una discusión civilizada, no sólo no haber sido expulsado sino el haber mantenido un debate que, si no cordial, si era constructivo e interesante.
Creo que es la cortesía y al respeto al adversario (nunca a sus ideas) lo que nos permite confrontar nuestros argumentos y crecer con ello.
Así mismo, cuando he tenido que cargar con la arroba de administrador, sólo he empleado el kick o ban en aquellos casos en que era imposible razonar para que el sujeto depusiera su actitud de violencia verbal, y siempre como último recurso.
Dicho ésto, paso a contar la anécdota que, para mí, es realmente reveladora de una clase de gente.
Uno de las pocas veces que me han baneado de un canal, y no quiero decir la única no sea que mi memoria me falle y haya habido alguna más, fue del canal #trébede.
Trébede es un canal del programa homónimo de RNE3 que en teoría debía tratar sobre música tradicional popular (lo que unos llaman folk, y otros celta). Como es un tipo de música (como casi todas) que me encanta, es normal que entrase a ver qué se cocía.
El caso es que estaban con los embalses. Que muy malos, que malísimos. Yo quise abrir un poco el debate, diciendo que los embalses tenían unas consecuencias para el medio ambiente, pero que sus alternativas no eran mejores: la nuclear con los resíduos, la solar y eólica con bajo rendimiento e impacto en las zonas donde se instalen los parques. Y no se podía dejar todo en manos de las térmicas convencionales, pues incrementaban el efecto invernadero con sus emisiones y eso sí que llevaba a un problema ecológico de los gordos.
Tengo que decir que ahora todo el mundo pierde el culo con el efecto invernadero y el cambio climático, pero hace ocho años era algo que la inmensa mayoría de la gente, incluso gente culta, tomaba a risa, a exageración de unos catastrofistas.
Me cayó un torrente de insultos (me acuerdo de uno que me llamó provocador, cosa que es cierta pero no me parecía justificada en ese momento). El administrador del canal me advirtió que mis opiniones no eran bienvenidas en ese foro.
¿?¿?¿?¿?¿?
Curtido en discusiones muy duras entre troskos y estalinistas en el canal, yo flipaba que por una pequeña llamada al sentido común hubiera esa reacción. Yo traté de explicar que no es que estuviera a favor de multiplicar los embalses, que conocía muy bien sus efectos sobre los valles anegados, pero que había que dar alternativas y ninguna era buena (al fin y al cabo era estudiante de último año de ingeniería y sabía más de lo que hablaba que la inmensa mayoría, por no decir todos los que ahí estaban).
Fuí quickeado.
Me quedé atónito. Recuerdo que estaba estupefacto. ¿No me quickean los de #rojigualda y me van a echar en un canal en el que comparto sus principios ecologistas? ¿Sólo por decir que las cosas no son así de sencillas? Entré de nuevo para pedir explicaciones al moderata sobre el particular. No me dio tiempo: fui baneado. Creo que por primera y única vez en mi vida, y habiendo mantenido en todo momento un tono no sólo correcto, sino hasta conciliador (cosa rara cuando discuto, que me gusta cebarme).
Sobre esta anécdota me he vuelto a acordar en otros momentos de la vida en los que me he encontrado gente que, aunque en teoría estaba próxima a mis posiciones ideológicas, se encontraban en las antípodas de lo que yo entiendo debe ser una persona honrada y sabia.
Lo cierto es que el canal hacía honor al programa de radio, y a su presentador, Iñaki Peña. Un botarate que gustaba de hablar de cosas que ignoraba en absoluto. Su forma de hablar me recordaba a la de Jiménez Losantos, dando por sentado que él estaba en el bando de la verdad absoluta y que en frente estaban ellos, los otros, los malos, que por intereses siempre espurios querían hacer mal al planeta y a la gente. Un nivel intelectual propio de los dibujos animados del Baron Pierre Nodoyuna. Un demagogo que, en vez de dedicarse a hacer un programa sobre música, empleaba el tiempo en radiar su "ideología way", que consistía en abrazar toda causa que sonase bio y progre. Una amalgama de tópicos y lugares comunes en un mundo polarizado entre lo natural y lo artificial, entre el pueblo y la ciudad, entre los buenos y los malos.
Y como Losantos, también Iñaki Peña tenía su rebaño de borregos.
En esos años, el diablo cojuelo eran los pantanos (Riaño, Itoitz...). Hace poco, las últimas veces que lo oí clamaba ya contra el cambio climático. Vaya -me dije- ahora no te importan tanto los embalses y no te parecen tan inocuas las centrales térmicas.
Vaya cara más dura. Por decir lo mismo fuí expulsado unos años antes.
La última vez que le oí, llamaba al voto por Ciutadans de Catalunya, un partido que según él era una rebelión cívica contra los partidos tradicionales, que se verían superados por esta nueva forma de hacer política, un nuevo régimen sin ideologías en que los ciudadanos de bien tuvieran el mando.
Algo próximo al fascismo, vamos.
No lo pude aguantar más (es notorio el desprecio que siento por ese partido y su ideología, y más cuando se emplea la radio pública para hacer publicidad tan artera) y apagué la radio, sabiendo que de todas formas ese día tampoco podría escuchar algo de música tradicional: tocaba panfleto.
Al poco, supe que le cerraban el chiringo al Gran Charlatán. Me alegré, cómo no, de que sacaran de las ondas a semejante sacamuelas.
¿Por qué me acordé de esto?
Porque estoy convencido que son los charlatanes ecolojetas, esos que hablan sin tener datos; esos que van de guays y concienciados con la naturaleza, pero que a la que los sacas al campo se muestran nerviosos y sólo recuperan la tranquilidad cuando se encuentran de nuevo en el coche. Jipipollas que gastan una pasta en ir convenientemente ataviados con un look alternativo y solidario. Urbanitas que hablan de las maravillas de vivir en un pueblo cuidando vaquiñas precisamente porque no tienen ni puta idea de lo que es esa vida.
Ese tipo de basura bienpensante, ecológicamente comprometida, son los que, por el bien de la Naturaleza, habría que crucificar boca abajo.
Primero fueron las nucleares.
Luego, los embalses.
Después los transgénicos.
Luego apoyando los biocombustibles (si fueran partidarios de la bomba atómica, no le habían hecho más daño al planeta)
Y ahora, ya se han caído de la burra del cambio climático, que ha pasado a ser el gran coco. Y como judío converso, ahora son más papistas que el papa y se encargan en demonizar hasta el absurdo todo lo que difiera un pelo de sus vaticinios catastrofistas. Al Gore es el Gran Sacerdote de esta maniquea inquisición.
Y en todos estos temas, a la que intentas poner un poco de racionalidad, eres tachado por esta chusma bienpensante como enemigo del planeta. Yo, que hace años que vengo dando el coñazo con las emisiones de CO2 y H4, que sé bastante bien los peligros de los resíduos nucleares, que sufro los embalses, tan abundantes en esta tierra; que me sublevo contra el abuso de las multinacionales que hacen negocio vendiendo transgénicos a comunidades pobres, creando dependencia y reduciendo la diversidad genética. Pero yo, que digo que todas ellas son tecnologías que deben ser empleadas con racionalidad y responsabilidad, pero que no son intrínsecamente rechazables si se manejan con respeto por la naturaleza y la población, y que de hecho pueden ayudar a solventar el difícil momento en el que se encuentra la humanidad (en parte, gracias a las estupideces, irracionalidades y tabúes de los ecoloways).
De hecho, aquí van mis claves para un futuro de sostenibilidad energética a corto-medio plazo. Sería curioso dentro de 10-20 años releer esto.
1) La producción de energía eléctrica es contaminante. No existe "energías verdes", y el único kilowatio que no contamina es aquel que no se consume. Así que, toda solución pasa por el ahorro, abandonando el modelo desarrollista que nos quieren vender desde la cuna del capitalismo como único posible y adoptando un modelo más frugal de consumo.
2) El futuro de la energía a largo plazo puede que sea la energía nuclear de fusión. Mientras llega ésta, y no sé si nosotros lo podremos ver algún día, las plantas nucleares de fisión de nueva generación son una magnífica alternativa para complementar la producción de energía eléctrica. Hay que seguir investigando en la desactivación de los residuos continuando el proceso de fisión nuclear de forma inducida: se obtienen peores rendimientos pero también residuos con una vida media de siglos e incluso de décadas, en vez de milenios.
3) El grueso de la producción eléctrica deberá ser encomendada a las centrales térmicas de carbón, combustible muchísimo más abundante que el petróleo (y mejor repartido). Para ello hay que desarrollar la tecnología por la que estas centrales puedan anular sus emisiones de CO2 por medio de algas genéticamente modificadas en un cultivo intensivo. Estas colonias de algas, aunque ahora se habla de hacer combustible (etanol) con ellas, podrían simplemente servir de abono (controlando su fermentación para no emitir metano).
4) Prohibir los paneles solares fotovoltaicos: son un desperdicio estúpido de recursos para una exigua producción eléctrica. No así los térmicos, que pueden ser útiles para aumentar la eficiencia de viviendas y procesos industriales.
5) Los aerogeneradores son ineficientes y poco aptos para alimentar la red eléctrica, pero pueden ser reconvertidos para disociar el agua generando H2 necesario en aplicaciones no estacionarias (transporte).
Así, dejaremos en breve de quemar una materia tan valiosísima como el petróleo, y podremos utilizarla para crear nuevas fibras que mejoren la eficiencia energética de nuestra sociedad (fibra de carbono, extremadamente ligera y resistente).
Para terminar, un análisis de un tío que no me sorprendería que fuese muy de derechas (es un portal de inversión) pero que puedo suscribir punto por punto. Me parece de enorme interés porque dice cosas muy sencillas pero muy importantes en sólo unas líneas, por eso no sólo lo enlazo, sino que lo publico:
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Bueno, el Gobierno de España ya ha publicado el flamante plan de generación eléctrica para nuestro país denominado “Prospectiva de Generación Eléctica 2030“, y la verdad es que, después de leerlo en sus grandes rasgos, uno se pregunta si o bien está viviendo en el mundo de Yupi o en el de Alicia en el País de las Maravillas.
Aquí van las grandes líneas del plan maestro que han diseñado nuestros estrategas:
En el 2030, por fuentes de generación de energía, está previsto que tengamos la siguiente potencia instalada:
1- Energía Eólica: 35.000 MW
2- Ciclos Combinados: 29.187 MW.
3- Hidroeléctrica: 18.385 MW.
5- Cogeneración, tratamiento residuos: 9.100 MW
6- Nuclear: 7.728.MW
7- Carbón: 581 MW
Francamente sin ser un experto, creo recordar que la energía no se almacena, por lo que cerca del 35% de la potencia instalada dependa de una energía tan poco previsible cómo la eólica, me parece un poco temerario. (Espero que en un futuro no nos digan que ha habido un apagón porque hoy ha soplado poco viento). Si creéis que la reflexión que hago es una tontería, no acudo al estudio de un primo mío que es científico, sino que simplemente os cito las palabras de Luis Atienza, presidente de Red Eléctrica:
“… Es necesario un debate social para decidir qué cesta de energía queremos tener a medio y largo plazo. Red Eléctrica, al menos, quiere tener el máximo de opciones. Debiéramos reflexionar hasta qué punto queremos tener al gas natural como única energía que nos garantice la potencia. Porque la eólica es muy importante, aporta ya casi tanto como la hidroeléctrica, pero no es gestionable porque no aporta garantía. El viento no sopla cuando queremos y pese a que tenemos 11.000 megavatios instalados, un día nos pueden aportar 8.000 y otro sólo 400 .” Fuente Wikipedia.
Bueno, una vez que ya sabemos que para nuestro gobierno nuestro futuro energético queda en manos de una fuente de energía limpia pero poco gestionable, creo que es interesante entrar en el tema de la energía nuclear. Ya sabemos que el gobierno se ha comprometió en no abrir más centrales nucleares e incluso hasta ir cerrando las existentes. Pues bueno en el nuevo plan, nos vamos a quedar con la misma potencia instalada que tenemos actualmente, para ello no vamos a cerrar las centrales que tenemos, sino que han considerado que debe ser más seguro alargar la vida útil de las centrales nucleares que tenemos que construir alguna central de nueva generación que las substituya. Extraña paradoja.
Para acabar, una mención especial, a la previsión que han realizado sobre el incremento de las necesidades energéticas de nuestro país. Según el plan, España necesitará aumentar su potencia instalada en un 2% anual, hasta el 2030, y esto a pesar de que el PIB aumentará a un ritmo del 3,6%. La explicación la tendremos en las políticas de ahorro que permitirán que nuestras necesidades de energía crezcan por debajo del crecimiento de la economía. Un objetivo sin duda muy loable, pero que hasta el día de hoy no hemos alcanzado nunca.
Por cierto, no quiero pensar mal, me imagino que la publicación del plan no tendrá nada que ver con la salida a Bolsa de Iberdrola Renovables.
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Me queda una explicación por dar: el de la foto del encabezado. Escogí esta foto por la risa que me da la oposición que ponen algunos a que haya un cementerio nuclear en su región.
Las imágenes de animales con deformidades y personas con cáncer son aventadas por los ecolojetas más miserables e irresponsables en el imaginario común de esos gañanes con pancarta.
Nadie les dice que las radiaciones en superficie, en un cementerio nuclear construido debidamente, son tan próximas a cero como lo pueden ser en cualquier otro lugar del planeta.
Y mientras la mayoría de la población se opone, con tozuda ignorancia, al desarrollo de la tecnología nuclear en España...hay un profesor de Santiago que ve languidecer sine die su proyecto de estudio de la radioactividad natural en el territorio gallego.
Los gallegos, para el que no sea de aquí, tienen una predisposición genética a considerar sólo como casa buena aquella que tenga granito, siquiera sean chapas de un centímetro, revistiendo los muros.
Una casa fetén es aquella que está hecha enteramente de granito, a pesar que eso sea una aberración constructiva por las malas propiedades de aislamiento térmico de este material.
Tantos siglos viendo como los ricos vivían en un pazo de piedra labrada, ahora todo gallego aspira algún día a tener su propio mini-pazo revestido de piedra.
Que sería una debilidad de nuevo rico como otra cualquiera, si no fuera porque el granito gallego suele tener una pequeña composición en uranio que, por si sola en la naturaleza es inocua, pero usado como material constructivo en una casa puede causar patologías oncológicas.
En otras palabras, que puede estar más expuesto a la radiación un paisano en su casa de piedra de un municipio gallego, que un habitante de las poblaciones próximas a Almaraz o Vandellòs. Y sin embargo, de este peligro cierto nadie se hace cargo, y no conceden ni tan siquiera una pequeña subvención para estudiar el alcance del problema.
Pero eso no lo explican los ecolojetas, que se encargan de agitar el miedo irracional al átomo; probablemente ni ellos mismos entienden que una casa tradicional, construida con materiales naturales, pueda provocar cáncer en sus habitantes por contener uranio.
En su maniqueismo estúpido: natural-bueno, artificial-malo-peligroso-dañino.
Una puta ensalada de amanitas verna aderezada con bayas de tejo les servía yo a esos amantes de lo bio. Eso sí, con mucha soja.

Hay cuestiones tan complejas que simplificarlas supone poco menos que mentir.
El modelo energético es la más importante de estas cuestiones para el futuro de la Humanidad.