12 de junio de 2006

Concurso 3

Esta vez, en vez de cervecita, se sortea un helado. El sabor es a elegir, turrón, chocolate, café, leche merengada.... a vuestro gusto.

Supongo que cuando lleguemos al invierno se sorteará un consomé, pero por ahora prefiero refrescar vuestras aguerridas y audaces neuronas.

Hala, afilad las dentritas, que van las preguntas:

1) ¿Cual es el autor de esta preciosidad hecha mármol?
2) ¿A qué escuela artística pertenece?
3) ¿Cual es el sexo de quien tan plácidamente descansa?

5 comentarios:

Agar dijo...

Creo que me has sobreestimado... Sólo me atrevo con la escuela, ¿puede ser Renacentista? O eso es simplemente una época :S

A ver si alguien da una pistilla...

Aún así sigo buscando, amos, no soy yo cabezota ;)

Mendiño dijo...

Aunque pudiera ser, me extrañaría que en el Renacimiento se atrevieran a tanto.

No, no es renacentista.

Sí que hay pista, Agar, y muy buena. Sólo hay que saber encontrarla...

;)

Si os resulta muy chunga, iré dando más...

Anónimo dijo...

Bueeeno, al fin pude conectarme! Puedo explicar antes una historia?
Me autocomplazco (ejem) y me doy yo misma el permiso. Si no le gusta al todopoderosito, pues ya sabe qué hacer...
Érase una vez, ...
Bueno, aprovecharé que estoy en la biblio. Un momentet, si us plau.
Et voilà!
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«Las náyades del monte Ida criaron en sus cuevas a un niño que la diosa de Citera había tenido de Mercurio; en su rostro se podían reconocer los ragos de su padre y de su madre, y también su nombre derivaba de los de ellos [de Hermes (Mercurio) y Afrodita (Venus)]. Cuando cumplió los quince años abandonó los montes en los que había nacido, y dejando atrás el Ida que le había alimentado disfrutaba viajando por lugares desconocidos y descubriendo nuevos ríos, y la curiosidad le hacía más leve la fatiga. Visitó también las ciudades de Licia [Caria y Licia son dos regiones costeras del Asia Menor], y a los Caros, que vivían cerca de esa región. Allí encontró un estanque de aguas relucientes, cristalinas hasta el mismo fondo. No hay en dicho lugar ni cañas, ni algas estériles, ni juncos de hojas afiladas: el agua es completamente transparente; sin embargo, las orillas del estanque están cubiertas de fresco césped y de hierba siempre verde. En él habita una ninfa, pero no se trata de una ninfa nacida para las cacerías ni acostumbrada a tensar el arco y a competir en la carrera, y es la única de las náyades a quien no conoce la veloz Diana. Según cuentan, muy a menudo sus hermanas le dicen: "¡Sálmacis, coge una jabalina o un pintado carcaj y alterna la dura caza con tus ratos de ocio!" Pero ella no coge ni una jabalina ni un pintado carcaj, y no alterna la dura caza con el ocio. En su lugar, lava sus bellos miembros en las aguas de su fuente, y con frecuencia alisa sus cabellos con un peine de madera del Citoro [Monte de Paflagonia, en Asia Menor], y mirándose en el agua decide qué peinado le queda mejor; o bien, con el cuerpo enfundado en un velo transparente, se tumba sobre una blanda cama de hojas o de hierbas, y muchas veces recoge flores. Casualmente, también estaba recogiendo flores el día que vio al muchacho, y al verle deseó poseerle; sin embargo, no se le acercó, aunque estaba ansiosa por acercarse, sino después de haberse arreglado, de controlar si su velo estaba bien puesto, de componer el gesto y de asegurarse de que se veía hermosa. Entonces empezó a hablar así: "¡Oh muchacho digno de que te confundan con un dios, si en verdad eres un dios, podrías ser Cupido, y si eres un mortal, benditos los padres que te generaron, feliz tu hermano y afortunada en verdad tu hermana, si es que la tienes, y la nodriza que te dio el pecho! ¡Pero mucho, mucho más afortunada, si existe, aquella que vaya a ser tu esposa, a la que vayas a honrar con el matrimoinio! Si existe, que lo nuestro sea una aventura furtiva; si no, que sea yo la elegida, y unámonos en el mismo lecho." Después de esto, la náyade guardó silencio. El rostro del muchacho se cubrió de rubor, pues no sabía lo que era el amor, pero incluso ruborizarse le favorecía. Era el mismo color que tienen los frutos que penden de un árbol bien expuesto al sol, o el marfil teñido, o la luna que se enrojece bajo su candor cuando inútilmente resuenan los bronces para auxiliarla [en los eclipses]. La ninfa le pedía sin cesar un beso, por lo menos de hermana, y ya le tendía los brazos al cuello; pero él le dijo: "¿Quieres dejarme? ¡Si no huiré y me iré de este lugar y de tu lado!" Sálmacis se asustó: "Te dejo el lugar para ti sólo, extranjero", y dándole la espalda fingió que se marchaba, aunque volviéndose a mirarle, y se ocultó en un bosquecillo de arbustos, donde se agachó hincándose de rodillas. Él, cuando se vio inobservado en el prado desierto, paseó de un lado para otro y se mojó las plantas de los pies, desde la punta hasta el talón, en las olas que bañaban la orilla; luego, sin esperar más, atraído por la agradable temperatura del agua, se quitó las suaves ropas que vestían su tierno cuerpo. Entonces Sálmacis se quedó realmente extasiada, y ardió en deseos de poseer aquella belleza desnuda. Los ojos de la ninfa brillan como brilla el resplandeciente Febo cuando la imagen de su disco se refleja nítida en un espejo, y a duras penas soporta la espera, a duras penas puede diferir ya el goce, ya rabia por abrazarle, y, fuera de sí, apenas puede contenerse. Él se da palmadas en el cuerpo con las manos ahuecadas y luego se zambulle veloz en el agua, y mientras va moviendo un brazo tras otro su cuerpo brilla a través del agua, como si una placa de transparente cristal recubriera una estatua de marfil o un cándido lirio. "¡He vencido, ya es mío!", exclama la náyade, y tirando lejos sus ropas se mete en el agua. Agarrando al muchacho, que lucha por liberarse, le roba reluctantes besos, y hundiendo sus manos le acaricia el pecho, y le rodea con su cuerpo ahora por un lado, ahora por otro. Por fin, aunque él se resiste e intenta zafarse, le envuelve como hace una serpiente cuando un águila real la atrapa y se la lleva por los aires: mientras cuelga en el aire, se enrosca alrededor de las patas y de la cabeza, y enlaza con su cola las alas extendidas; o como suele la hiedra envolver los altos troncos de los árboles, o como el pulpo que inmoviliza a la presa que ha capturado bajo el agua, extendiendo por todas partes sus tentáculos. Pero el Atlantíada [era nieto de Atlas] resiste, negándole a la ninfa el esperado placer. Ella le oprime, y conforme está adherida a él, abrazándole con todo su cuerpo, le dice: "¡Lucha si quieres, maldito, pero no escaparás! ¡Haced, oh, dioses, que nunca llegue el día en que él se separe de mí y yo de él!" Algún dios favoreció sus ruegos, pues en efecto, sus dos cuerpos se fundieron y se revistieron de una única figura: de la misma forma, cuando uno envuelve dos ramas con corteza las ve unirse y desarrollarse a la par a medida que crecen. Así, cuando sus miembros estuvieron unidos en un fuerte abrazo ya no eran dos formas, sino una forma doble, de la que no se podía decir si era hombre o mujer, pues no parecía ninguno y parecía los dos. Entonces, cuando vio que las límpidas aguas en las que se había sumergido como hombre le habían convertido en semihombre, y que sus miembros se habían afeminado al contacto con ellas, HERMAFRODITO alzó los brazos y dijo, aunque no ya con voz viril: "¡Padre, madre, conceded un don al hijo que lleva vuestros nombres: que todos los hombres que vengan a esta fuente salgan de ella siendo hombres a medias, y que el contacto con sus aguas ablande inmediatamente sus cuerpos!" Conmovidos por el ruego de su hijo biforme, sus padres hicieron realidad sus palabras y vertieron en la fuente un veneno corrupto.»
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Aahhh... qué a gusto! Me he emocionado, lo sé...
Estooo. Ahora que pienso, no es ilegal, lo que acabo de hacer??? Ñaiññññ... Debo poner el autor, la editorial, el traductor... o ni de eso servirá?
Bueno, si tal, lo borras, eh, mendiguito?
Bueno, eso. La obra es "el hermafrodito dormido". El autor, como no lo sabía... lo tuve que mirar, pero todavía no estoy muy segura. Policleto, encontré, por algún lado. Griego, clásico... bueno, no sé. Ya no recuerdo eso. Pero sigo pensando que la foto que pusiste, con el cojincito, podría ser del renacimiento...
Aaish...
Bueno, si no lo acerté todo, por lo menos, el cucurucho me lo merezco, no? De chocolate, eh? Creo que sólo por el esfuerzo serían dos y todo...
:))))))))))))))))!!!

Mendiño dijo...

Juder!

Y yo creía que lo había puesto chungo...

Fale faaaale, sobrada!

Efectivamente, se trata de "El hermafrodita dormido", más en concreto de la copia que se haya en el Louvre.
Ignoro si el colchón sobre el que descansa es renacentista, podría serlo, desde luego, así que le toca a Agar el barquillo, al menos.

La estatua es una copia romana de un original helenístico de autor desconocido. De ninguna forma podría ser Polícleto (el del contrapuesto, un pie cargado y el otro avanzando, en un equilibrio inestable). La sensualidad y amaneramiento de la obra no pertenecen a la temática griega clásica, sino al lujurioso y libertino período helenístico.

Así, que las respuestas quedarían:

1) Desconocido
2) Época romana, el original de estilo helenistico
3) Los dos (ésa era la pista)

En cuanto a si es legal o no...mmm...¿qué quieres que te diga, nena? La mitad de lo que hacemos a lo largo del día es ilegal, todo depende que quieran ir tras de ti a cazarte esas pequeñas ilegalidades. Incluso hay gente que cuando duermen y sueñan con un futuro sin miseria, ya son ILEGALES.

Bueno, yo creo q en la carretera, y después de ponerme el casco o el cinturón....el resto de cosas que hago son ilegales.

Jijijijijiji

¡Ah! ¡Es verdad! ¿De qué sabor lo quieres? El otro día probamos un Carte d'Or de chocolate que DE VERDAD era de chocolate...(70% de cacao). Estaba mmmm.

Agar dijo...

Mmmm... apuntando: un barquillo (quizás) y media birrita para la nena.

Las hay con suerte! jeje ;)

A ver si la semana que viene me curro un concursito yo también, te mantendré informado.

Bon weekend!!!