16 de octubre de 2008

Onde está a esquerda?



Vai para três ou quatro anos, numa entrevista a um jornal sul-americano, creio que argentino, saiu-me na sucessão das perguntas e respostas uma declaração que depois imaginei iria causar agitação, debate, escândalo (a este ponto chegava a minha ingenuidade), começando pelas hostes locais da esquerda e logo, quem sabe, como uma onda que em círculos se expandisse, nos meios internacionais, fossem eles políticos, sindicais ou culturais que da dita esquerda são tributários. Em toda a sua crueza, não recuando perante a própria obscenidade, a frase, pontualmente reproduzida pelo jornal, foi a seguinte: “A esquerda não tem nem uma puta ideia do mundo em que vive”. À minha intenção, deliberadamente provocadora, a esquerda, assim interpelada, respondeu com o mais gélido dos silêncios. Nenhum partido comunista, por exemplo, a principiar por aquele de que sou membro, saiu à estacada para rebater ou simplesmente argumentar sobre a propriedade ou a falta de propriedade das palavras que proferi. Por maioria de razão, também nenhum dos partidos socialistas que se encontram no governo dos seus respectivos países, penso, sobretudo, nos de Portugal e Espanha, considerou necessário exigir uma aclaração ao atrevido escritor que tinha ousado lançar uma pedra ao putrefacto charco da indiferença. Nada de nada, silêncio total, como se nos túmulos ideológicos onde se refugiaram nada mais houvesse que pó e aranhas, quando muito um osso arcaico que já nem para relíquia servia. Durante alguns dias senti-me excluído da sociedade humana como se fosse um pestífero, vítima de uma espécie de cirrose mental que já não dissesse coisa com coisa. Cheguei até a pensar que a frase compassiva que andaria circulando entre os que assim calavam seria mais ou menos esta: “Coitado, que se poderia esperar com aquela idade?” Estava claro que não me achavam opinante à altura.

O tempo foi passando, passando, a situação do mundo complicando-se cada vez mais, e a esquerda, impávida, continuava a desempenhar os papéis que, no poder ou na oposição, lhes haviam sido distribuídos. Eu, que entretanto tinha feito outra descoberta, a de que Marx nunca havia tido tanta razão como hoje, imaginei, quando há um ano rebentou a burla cancerosa das hipotecas nos Estados Unidos, que a esquerda, onde quer que estivesse, se ainda era viva, iria abrir enfim a boca para dizer o que pensava do caso. Já tenho a explicação: a esquerda não pensa, não age, não arrisca um passo. Passou-se o que se passou depois, até hoje, e a esquerda, cobardemente, continua a não pensar, a não agir, a não arriscar um passo. Por isso não se estranhe a insolente pergunta do título: “Onde está a esquerda?” Não dou alvíssaras, já paguei demasiado caras as minhas ilusões.

José Saramago
Outubro, 1 2008


2 comentarios:

Mendiño dijo...

Hará tres o cuatro años, en una entrevista para un periódico sudamericano, creo que argentino, me salió en la sucesión de preguntas y respuestas una declaración que después pensé que iba a causar agitación, debate, escándalo (a este punto llegaba mi ingenuidad), comenzando por las huestes locales de la izquierda y luego, quien sabe, como una onda que en círculos se expandiese, en los medios internacionales, fueran estos políticos, sindicales o culturales que de dicha izquierda son tributarios.

En toda su crudeza, no reculando ante su propia obscenidad, la frase, puntualmente reproducida por el periódico, fue la siguiente: "La izquierda no tiene ni puta idea del mundo en el que vive". A mi intención, deliberadamente provocadora, la izquierda, así interpelada, respondió con el más gélido de los silencios. Ningún partido comunista, por ejemplo, empezando por aquel del cual soy miembro, salió a la estacada para rebatir o simplemente argumentar sobre la propiedad o la falta de propiedad de las palabras que proferí. Con más razón, tampoco ninguno de los partidos socialistas que se encuentran en el gobierno de sus respectivos países, pienso, sobre todo, en los de Portugal y España, consideró necesario exigir una aclaración al atrevido escritor que había osado lanzar una piedra al putrefacto charco de la indiferencia.

Nada de nada, silencio total, como si en los túmulos ideológicos donde se habían refugiado, no hubiera más que polvo y arañas, como mucho un hueso arcaico que ya ni para reliquia servía. Durante algunos días me sentí excluído de la sociedad humana como si fuera un apestado, víctima de una especie de cirrosis mental que ya no dijese nada cabal. Llegué hasta a pensar que la frase compasiva que andaría circulando entre los que así callaban sería más o menos ésta: "Pobre, ¿qué se puede esperar con esa edad?" Estaba claro que no creían que fuera un opinante a la altura.

El tiempo fue pasando, pasando, la situación del mundo se complicó cada vez más, y la izquierda, impávida, continuaba a desempeñar los papeles que, en el poder o en la oposición, les habían sido distribuidos.

Yo, que entre tanto había hecho otro descubrimiento, la de que Marx nunca había tenido tanta razón como hoy, imaginé, cuando hace un año que reventó la burla cancerígena de las hipotecas en los Estados Unidos, que la izquierda, donde quiera que estuviera, si aún estaba viva, al fin abriría la boca para decir lo que pensaba del caso.

Ya tengo una explicación: la izquierda no piensa, no actúa, no arriesga ni una pizca. Sucedió lo que sucedió a continuación, hasta hoy, y la izquierda, cobardemente, continua a no pensar, a no actuar, a no arriesgar ni una brizna. Por eso que no cause extrañeza la insolente pregunta del título: ¿Dónde (coño) está la izquierda?

No doy recompensa, ya pagué demasiado caras mis ilusiones.

Anónimo dijo...

No estaba muerta, estaba de parranda...