12 de febrero de 2007

Philishave Cool Skin



Unas entradas más abajo me quejaba de las iniciativas de maestrilla de parvulario, como la de apagar las luces durante cinco minutos para luchar contra el cambio climático. Ineficaz y absurda, ya que traslada al ciudadano la idea de que para salvar el planeta hemos de quedarnos a oscuras, cuando la iluminación es de las actividades humanas que menos energía podría consumir: basta con hacerlo con inteligencia.

Sigo sosteniendo que para sortear una posible crisis energética y ecológica producto del empleo masivo de energía proveniente de reacciones de oxidación de compuestos orgánicos (es decir, de quemar cosas), habría que replantear el modelo de comportamiento del mundo desarrollado, alejándonos del consumismo enfermizo. No hay que quedarse a oscuras o iluminados con velas, basta con obrar con algo de sentido común (en el caso de las luces, usar fluorescentes y apagarlos cuando no se necesiten).

Hace poco despotricaba contra la idea de tener que tirar mi maquinilla de afeitar (en perfecto estado) porque me salían más caras las cuchillas. Pues bien, retomo el mismo caso para seguir ejemplificando sobre los absurdos del sistema capitalista.

El mecanismo de una maquinilla de afeitar es tremendamente simple: un motorcito que hace rotar unas cuchillas. El truco consiste en diseñar unos cabezales que apuren, toda vez conseguido esto (hace años que llegamos al límite, así como no se puede lavar más blanco) cualquier maquinilla hace el mismo uso.

Pero claro, esto no le conviene al fabricante de maquinillas de afeitar, que debe seguir vendiendo, y convenciéndonos de que nuestra maquinilla está obsoleta y DEBEMOS COMPRAR, porque nuestra felicidad depende de ello, esa nueva máquina revolucionaria que acaba de salir.

Cada vez más cara y compleja, con más supuestas ventajas (aunque nos hace el mismo uso).

Desde hace unos años se ha generalizado el que las maquinillas de afeitar tengan baterías. Esto supone, además de un sobrecoste (y sobrepeso), el uso de cargadores que añaden un consumo extra de energía (el proceso de carga tiene pérdidas, amén de la natural descarga de la batería en periodos de inactividad), que se suma a la necesidad de fabricar unas baterías que son realmente dañinas para el medio ambiente (contienen metales pesados). Así, tanto en su producción, uso y, sobre todo, desecho, son productos mucho más agresivos con el medio ambiente que la maquinilla tradicional, con un pequeño bobinado eléctrico y unos cabezales cortantes.

¿Qué beneficio aportan? El de poder afeitarse sin tener un enchufe cerca. Contando que la inmensa mayoría de los hombres (y alguna mujer que también le haría falta :p ) nos afeitamos en el cuarto de baño, lugar donde por regla general existen enchufes, no le veo la ventaja.

Podemos pensar en el arquetipo de ejecutivo siempre ocupado, que se afeita en el coche. Pero esto, además de ser sólo un cliché y de ser realmente peligroso, se solucionaría comprando un transformador a 12V para el mechero del coche (cuatro duros en una tienda de electrónica).

También podemos pensar en el ejecutivo viajero, que asiste a importantes reuniones pero...en los hoteles suele haber instalación eléctrica, y enchufes.

Incluso en la publicidad nos ofrecen maquinillas que se pueden usar mientras te duchas y que, claro, no es recomendable hacerlo conectado al enchufe. Yo no conozco a nadie que se afeite mientras está bajo la ducha. Pero es que además es que esa pijada va contra un elemental uso del agua potable. O te afeitas, o te duchas, pero no dejas correr el agua estúpidamente.

¿Entonces? ¿Para qué coño el uso de baterías en las maquinillas de afeitar? Para justificar el incremento en el precio del producto, y la necesidad de tirar la vieja para comprar una nueva.

Esta estupidez de las baterías llega a extremos como su uso en herramientas de bricolaje (taladros, amoladoras...). Si son desaconsejables en usos muy ligeros, el empleo de baterías de alto voltaje para alimentar herramientas con un motor de potencia respetable (sobre 1000 W) es ya del género idiota.

Quiero decir, a lo mejor hay usuarios que necesitan que su taladro tenga esa portabilidad. En ese caso, el uso de baterías es un buen invento que no tiene nada que reprochar. Pero para la inmensa mayoría de los usos, con un alargador es suficiente para hacer funcionar la herramienta. Y mucho más cómodo, pues no dependes de la carga de la batería para trabajar, la potencia es constante, el peso menor...por no hablar del precio.

Cuando se necesita, bien. Pero cuando no...¿para qué?

Hablando de ineficiencia energética e innecesaria complejidad constructiva, no puedo dejar de hablar de automóviles: Todoterreno para andar por carretera, deportivos para ir a 120 Km/h o los monovolúmenes para una familia de 4 miembros.

¿Despilfarro de recursos y energía o simple y llanamente estúpida pijería consumista?

No es necesario quedarnos a oscuras. Bastaría con curar esa necesidad irreflexiva de consumo con que han envenenado nuestra conciencia.

Lo malo es que el sistema se apoya en esa locura estudiadamente inoculada. La sobriedad, la austeridad sería mortal para el sistema. El consumismo tiene que ir siempre a más para mantener el funcionamiento, frenar el consumo significa entrar en recesión. La economía no puede hacer otra cosa que acelerar para sobrevivir. No frenar, basta con que aflojemos el acelerador de la espiral de consumo para que no pueda cubrir las inversiones y se hunda el sistema.

Esto es lo que Al Gore no dice. Su mensaje es: consumamos más y más caro (tecnologías "bio" o "limpias") para salvar el planeta. No es diferente del mensaje de Bush; uno y otro defienden diferentes intereses empresariales, pero el mismo modelo económico.

Los dos nos llevan, por el mismo camino, a la catástrofe ecológica y social.

2 comentarios:

Raíña Loba dijo...

Consumir, consumir hasta la estupidez es a lo que nos lleva vivir en un país desarrollado.

Me resulta inconcebible que una persona tenga que pedir un préstamo para irse 1 mes de vacaciones. Pues la he conocido.

Me resulta increible que alguien pida un préstamo para comprarse un televisor de tropecientas pulgadas, plasma etc. ¿Será más feliz? ¿Se sentirá integrado en la sociedad ya que cada mes tiene que pagar una letra en el banco, como le sucede a la mayoría de la gente?

Me siento afortunada y rica por no estar en esa situación y porque el consumismo no me afecta en demasía.
Como mucho mis caprichos son los de viajar, comprarme libros y poco más. Y no me siento un bicho raro por no tener dos teles en casa. La cara de sorpresa que algunos han puesto cuando lo menciono.

Es triste la realidad que nos rodea.

Mendiño dijo...

Que una empresa se endeude, si sabe que esa inversión le va a conseguir sacar una rentabilidad superior a los intereses, está muy bien.

Que un particular se endeude para adquirir un bien de primera necesidad como la vivienda, pues..bueno...dejémoslo, pase.

Pero endeudarse para adquirir algo tan superfluo como una televisión más grande...

Estamos enfermos. Enfermos de consumismo. Es una adicción como lo puede ser la ludopatía o la drogadicción.

Esto ya no nos aporta mejoras en la calidad de vida. Todo lo contrario, esto destruye nuestra libertad.