5 de febrero de 2006

Hero y Leandro


Hoy me he cansado de escribir sobre temas ásperos. Por una vez, romperé esa rutina.

Leyendo esta noche un libro de Heinrich Böll: "El honor perdido de Katharina Blum", me encontré con una referencia a una leyenda alemana, de un enamorado que cruza un río a nado en la noche oscura guiado por el punto de luz de una vela, que su amada al otro lado sostiene. Una noche, la bella se queda dormida y una monja (como no!) que estaba al acecho apaga la vela para evitar el pecado (Santa coacción, que predica Escribá). El amante, desorientado en la inmensidad negra, acaba por perecer ahogado.


Esta historia es la versión medieval alemana de una mucho más antigua de la mitología griega, la historia de Hero, sacerdotisa de Afrodita y su amante Leandro (menos mal que de aquella no había copyright ni derechos de autor):
Hay en el estrecho del Helesponto dos ciudades en sus orillas, Abidos y Sesto, separadas por ocho estadios de mar. En Abidos vive Leandro; Hero en Sesto. Las parcas parecen destinarlos a la separación, la forma de relación más común entre los mortales. Pero se conocen en una feria y, de repente, se aman.

De vuelta a sus hogares, Leandro
decide estar cada día, y a escondidas, con su amada. No puede utilizar los útiles barcos curvos, ni chalupas de singlar; sólo resta nadar y eso no lo amilana, ni siquiera el que deba ser por la noche, cuando nadie sospecharía tales hazañas.
Al anochecer, Leandro bajaba hasta las rocas que acariciaban la aún tibia arena de la exigua playa que entonces parecía, tan difícil era que el amor se consumase bajo los designios de los dioses. Dejaba la túnica, el miedo y las sandalias atadas con estrobos en el mismo lugar donde cada día oraba para que aquellos les fuesen favorables.

Desnudo, se lanzaba al mar ya tan oscurecido que miedo daría al común de los mortales y tras breves brazadas, a pocos metros de la orilla, se colgaba del mismo escalmo izquierdo de una pequeña nave conocida, porque, pensaba, los peligros son menores cuando acechan las rutinas. Tomaba el aire preciso, calmaba su impaciencia, dejaba que el agua se escurriese entre sus dedos cuando levantaba su mano hacia el Olimpo en muda oración y se dirigía veloz como los delfines del Bósforo golpeando el mar con sus flexibles brazos, nadando hacia la otra orilla, al encuentro de su niña de Sesto.
En ella Hero, la sacerdotisa de Afrodita, encendía las antorchas del faro y una más que a Leandro dirigía. También para ella, el nerviosismo se aplacaba con tales rutinas; bajaba hasta el acantilado que tan bien conocía con la antorcha que era la guía se su amado y una capa para que recuperase el calor. Solía tardar un instante por brazada y más de 1600 daba, pero siempre llegaba. Entonces le daba mil besos con sus “dientes de nieve”.
Todos los días, hasta el día en que una tormenta vuelve el mar más alborotado y la lluvia apaga la antorcha de la amada. Desorientado y extenuado tras luchar contra las olas incesantes y Bóreas inclemente, Oritía se lo demande, Leandro se ahoga. Hero no soporta la pérdida y se arroja al mismo lecho.


¿Chulo eh?

Nu se, me molaba esta historia de amor. A saber de dónde vendrá, que puede que su origen no acabe en Grecia. Realmente la historia es eterna, y el hombre no se cansa nunca de repetirla de boca en boca. Shakespeare sólo hizo una afortunada versión de este cuento eterno de los dos amantes. El desarrollo es siempre el mismo: en la primera parte triunfa el amor, pero a mitad de cuento el oyente apercibido ya empieza a escuchar los pasos de la muerte, que sale al final victoriosa (como siempre).


Bueno, para que no os confieis, aquí os traigo la de arena. Recién cocidito de las cocinas de la Iglesia Católica:

10 Razones para la abstinencia
Es posible el cambio

Lo más terrible de esta última es que tiene por destinatario a adolescentes, por lo que he leído, en su mayoría sudamericanos (la ignorancia es buen sembrado para el charlatán).

Defiendo la libertad de expresión, tanto en el caso de las caricaturas de Mahoma como en que esta gente pueda expresar su homofobia pero...emponzoñar las almas de los niños con culpa y miedo? Mmmmm. No se si será legal como contenido "infantil". A mi, me da escalofríos.



Y para terminar, un portal muy curioso sobre la masonería:

El portal masónico
Wikipedia

Entiendo el odio que la Iglesia Católica le tiene al materialismo dialéctico. Pero jamás he comprendido muy bien su odio por la religión judáica (tremendamente similar, compartiendo hasta ritos como el pan ácimo, y compartiendo parte del Libro Sagrado, el Pentateuco). Y lo que también me choca es el odio cerval por la masonería.

La verdad, es que siempre me hizo mucha gracia lo del contubernio judeomasónico con los enviados del Kremlin. Me imaginaba a un comunista, un judío y un masón, en un ambiente muy lúgubre, con mucho humo de tabaco y olor a cerveza caducada, tramando algo muy malo para que España desapareciera en las procelosas aguas como una gran Atlántida.

Es tan infantil esa idea como la imagen del europeo en los dibujos gringos de la guerra fría (el barón alemán o ruso, altivo, pálido, cruel...y tonto, que siempre perdía ante el garboso y chulo gringo).

Detrás del halo que el nacionalcatolicismo les construyó de adoradores del demonio, lo que de verdad les molestaba era que se tratase de una reunión de liberales que escapaba a su obediencia, a su monopolio intelectual y a su visión única. Masón = intelectual = liberal = carne de hoguera.

La Iglesia Católica ha hundido el hisopo en un cubo de mierda e ignorancia y con él bendijo nuestras cabezas durante siglos.

POR UNA EDUCACIÓN LAICA!!!!

A la mierda los colegios concertados!!!!

(yasta, ya madao, con lo bien cabía empezao yo...)

JUAS JUAS JUAS

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