27 de marzo de 2008

Jericó

Siglo XIII antes del nacimiento del Cristo. El ejército hebreo comandado por Josué se encuentra ante los inexpugnables muros de la ciudad de Jericó. Los generales no ven la forma de tomar esa ciudad de infieles para el Pueblo Elegido, pero Yahveh revela a Josué la forma de vencer: los sacerdotes dan un número cabalístico de vueltas al perímetro de las murallas, haciendo sonar las trompetas sagradas y...las piedras se resquebrajan, los paños de muralla se desploman, las torres se hunden ante el poder del único Dios y sus sacerdotes.



Así es como nos lo cuenta el Libro de los libros (uno de ellos, el de la civilización occidental, curiosamente Al'Qram tiene la misma traducción que Biblia). Así es como ha sido creído por millones de fieles, así ha sido representado en el arte, en la literatura, en la imaginación de las gentes.
Absolutamente falso. Las excavaciones de la ciudad de Jericó han revelado sin sombra de dudas que en el s.XIII a.C la ciudad no existía (había sido destruida cuatro siglos antes). En su lugar, se han hallado trazas de un campamento estacional de pastores nómadas, sin ningún resto de muro ni otra construcción defensiva. Jericó no fue reconstruida hasta el s.VIII, y ésta fue la ciudad que conocieron aquellos que fabricaron una epopeya del pueblo hebreo a su medida.

En un libro que se supone inspirado por la Divinidad, el error, la confusión y la mentira deberían ser las características de las obras del Demonio. A pesar de las evidencias arqueológicas, los creyentes (fe: conocimiento que no exige demostración) siguen considerando la Biblia como un libro sagrado, asumiendo las bofetadas de la razón con la excusa: la Biblia no es un libro de historia, sino espiritual.

Además de la dificultad de aceptar que la Divinidad emplee la mentira para revelar la Verdad; y que la Biblia, especialmente sus cinco primeros libros, los más antiguos, los más sagrados: el Pentateuco cristiano, la Torah hebrea; son una muestra de belicismo racista en el que los más execrables crímenes son justificados por haber sido cometidos por mandato divino, una guía moral que de seguirla hoy en día llevaría al creyente directamente a la cárcel si no a la reclusión en un hospital psiquiátrico. Además de todo eso, esta el hecho que la Biblia es, fundamentalmente, un libro histórico: la narración legendaria de la historia de un pueblo de pastores, que reafirma su identidad frente al empuje de los imperios persa y babilónico, allá por el siglo VI a.C.

Para ello, se inventa, como tantos otros pueblos (Romulo y Remo, descendientes de Eneas, amamantados por la loba) un pasado heroico del cual enorgullecerse y que sirva de ejemplo a las nuevas generaciones tentadas de sumergirse en el cosmopolitismo del imperio desechando sus raíces.

Para ello, recoge leyendas de la tradición oral hebrea (pueblo ágrafo hasta poco antes) y mitos fundadores de origen antiquísimo (el diluvio, el árbol sagrado, la creación) sumerio o babilónico y que los hebreos, a través de los milenios, han hecho suyos. De esa mezcolanza surge la Biblia, un libro fundacional como tantos otros, que es revelado por los dioses de la tribu y por lo tanto considerado como sagrado, en el que se justifica la existencia de la misma tribu, diferenciada de las demás por su hermanamiento con unos dioses, dioses que los otros pueblos no reconocen.

En cierta forma la Biblia es un relato legendario como lo pueden ser las epopeyas homéricas, más antiguas. Totalmente rebatida su veracidad, incluso la existencia del poeta ciego es dudosa o, al menos, lo rebajan a mero recopilador. La Guerra de Troya, trufada de héroes que han servido de modelo a cientos de generaciones...no fue más que un acto de piratería de un grupo de señores de la guerra que se unieron para atacar y saquear un villorrio sin apenas defensa en la costa anatólica, en la entrada del Helesponto.

Podemos mencionar otros cantares de gesta más cercanos en el espacio y el tiempo, como el Cantar del Mío Cid, un mercenario cobrador de impuestos, que ponía su acero y su mesnada al servicio del mejor postor, rezase al dios que rezase. o la chansons de Roland, en la que los ejércitos invasores de un Carlomagno que nunca movió su trasero de Aquisgran fue derrotado por la resistencia de musulmanes y cristianos peninsulares a aceptar el dominio del emperador germano.

Tomar la Biblia como un libro sagrado es tan absurdo como considerar reveladas por Dios las leyendas artúricas o los Nibelungos.

El relato mitológico (y por lo tanto fantasioso) de un pasado glorioso de un pueblo de pastores y ladrones, escrito siglos después para reafirmar el orgullo racial semita y poder sobrevivir como pueblo diferenciado en un solar en los márgenes de varios de los más impresionantes imperios de la Humanidad, elevado a la categoría de guía espiritual para la mitad de la humanidad...inaudito.

Otra buena parte, considera las máximas desordenadas y contradictorias, dictadas por un botarate piojoso, rencoroso y analfabeto, como libro sagrado y razón para declarar la guerra santa a todo el resto del orbe.

Hay quienes hacen lo propio con la saga de Star Wars, haciendo de “la Fuerza” una religión integrada por caballeros Jedi, con George Lucas de profeta.

Fríamente analizado, puede que ésta sea la menos absurda (y dañina) de las tres.



Al menos tiene cierta lógica que la Biblia sea usada por los judíos para justificar su superioridad racial como pueblo elegido, y de paso justificar la anexión del otro 45% de Palestina que en el reparto de la ONU quedó para los palestinos, basándose en la preexistencia del contrato del pueblo judío con el celoso Yahveh, Dios único y verdadero (como todos los demás).

7 comentarios:

wenmusic dijo...

Razón cuanta tú tienes...

flor de un día dijo...

Jajaja! Me gusta tu definición del cid. Se quedaría tó loco, más de uno, de leerla... Como si hubiera sido una ofensa a su persona y su honra (tanta tontería con el hombre ese, a veces me pone mala).
Si se llama constantemente a la fe, sin más, incitas a mover a la multitud a cerrar los ojos ante cualquier acto sinsentido (incluso para las leyes de su propia religión). Si lo único que pretendes es que te sigan y obedezcan (creo que está suficientemente claro que es su objetivo), ésa es una de las mejores fórmulas. Y se ve que tiene éxito... (¿cuántos siglos lleva?).

Mendiño dijo...

¿Te enteraste de los millones que se gastaron en adquirir "la Tizona"?

Una reliquia del nacionalismo castellano, la religión del fascismo.

Al final, como mucho un cachito de la hoja puede que sea del tiempo de Díaz de Vivar.

Anónimo dijo...

Todo Estado y/o organización religiosa, patrimonio y garante de intereses de una nacionalidad y en concreto de una de sus clases, tras contemplarse victorioso sobre la arena y oir los vítores, decide hacerse una historia que le siente bien. La historia, constituida así en coartada ideológica, resulta ser de viltal importancia para proporcionar credibilidad a quien en provecho propio la ha originado. Para ello el Estado y/o la organización religiosa la eleva al rango de instruccion pública, de ideología oficial inoculada a la infancia con el preclaro objetivo de que crezca a la par y en detrimento de una inteligencia crítica.

Fín del copiado descarado---------

Creo que estas frases, extraídas de un librito que tengo por casa y donde me he permitido añadir lo de "y/o organización religiosa" le van al pelo a tu fenomenal apunte. No he podido resistir la tentación de incluirlas en este comentario, aunque no es porque pensara que le hicieran falta a tu apunte, si no por complementarlo :-)

Mendiño dijo...

Jajajaja

Si, ya veía que era demasiado recargado para ser tu estilo. Y yo prefiero el tuyo: se pueden decir cosas interesantes sin necesidad de usar un lenguaje opaco.

Por cierto. No hubiera sido necesario tu añadido. En esos tiempos (y en estos, y en los otros, y en los de más allá) existía una identidad entre Estado, nacionalidad y religión. Los Dioses son de un pueblo, y su clero cohabita con los ministros, muchas veces identificándose, siendo el rey el Sumo Sacerdote (no sólo hay que pensar en el Vaticano o el Tibet...mísmamente Inglaterra).

Mendiño dijo...

"No creáis en nada simplemente porque lo diga la tradición, ni siquiera aunque muchas generaciones de personas nacidas en muchos lugares hayan creído en ello durante muchos siglos.

No creáis en nada por el simple hecho de que muchos lo crean o finjan que lo creen.

No creáis en nada sólo porque así lo hayan creído los sabios en otras épocas.

No creáis en lo que vuestra propia imaginación os propone cayendo en la trampa de pensar que Dios os inspira.

No creáis en lo que dicen las Sagradas Escrituras sólo porque ellas lo digan.

No creáis a los sacerdotes ni a ningún otro ser humano.

Creed únicamente en lo que vosotros mismos habéis experimentado, verificado y aceptado después de someterlo al dictamen de la razón y a la voz de la conciencia"

Siddhārtha Gautama (Budha)

Mendiño dijo...

Hablando de batallas bíblicas, superioridades raciales y derecho divino a la Tierra..me pareció interesante este enlace:

La historia de la limpieza étnica oculta por la guerra de 1948