26 de noviembre de 2007

La autogestión




Este artículo que aquí os presento fue publicado en el periódico de la CNT del mes pasado.

Se trata de un artículo aparecido en Le Monde Libertaire sobre la autogestión en el pensamiento de Abraham Guillén, y traducido por Luis, el redactor de economía del periódico.

Yo entiendo que el futuro pasa por aquí. A ver qué os parece:



La autogestión según Abraham Guillén

Resulta paradójico que en una época de desencanto a consecuencia del hundimiento del “socialismo real” y del “fin de las utopías”, el advenimiento de un individualismo condicionado por el miedo social y la sed de consumir (y con ambas cosas reproduciéndose), la renuncia a superar la organización estatal de la sociedad y capitalista de la producción... los debates sobre la autogestión se limitan -al menos en Francia- a trabajos sociológicos e históricos, confinando esta práctica social a la categoría de objeto de estudio.

Paradójico porque la autogestión ha supuesto desde siempre un conjunto de respuestas contemporáneas y de experimentaciones sociales que siguen siendo un antídoto a la desesperación que nos ofrecen estos tiempos opresivos. Esta conclusión es aún más sorprendente cuando afecta a los partidarios de la autogestión generalizada, que son los libertarios, y que pusieron en marcha las colectivizaciones de la España republicana. Para ellos esta aspiración es una reivindicación histórica y una práctica actual.

Surge así la cuestión del ineludible esfuerzo por actualizar la idea autogestionaria anarquista y sus necesarios debates. Sin duda, este renacer pasa por una primera reapropiación: la del trabajo realizado no hace tanto tiempo y que no ha contado con un eco significativo. Entre quienes han intentado profundizar en la autogestión libertaria y no han contado con nuestro suficiente reconocimiento (sólo conociendo su nombre o sus ideas-fuerza) hay que señalar al español Abraham Guillén.

La lectura de una de sus obras dedicada a la economía (ha escrito unas cincuenta sobre muy diversos temas) es una forma de conocer su concepción de la autogestión. Sin perder nunca de vista su sentido político ("así pues, sin autogestión no hay emancipación del pueblo por el pueblo mismo. Éste es un axioma político") hizo el esfuerzo de meditar sobre la construcción libertaria y sus consecuencias, e incluso su enfrentamiento con el mercado capitalista, aunque sea siguiendo a veces caminos poco frecuentados por un anarquista. La última obra de este autor fallecido en 1993 fue publicada en 1990 y puede ser una primera divulgación de sus tesis, bastante desconocidas fuera del mundo hispanohablante: Economía autogestionaria. Las bases del desarrollo económico de la sociedad libertaria. (Ed.Fundación Anselmo Lorenzo).


Práctico y pluralista

En este voluminoso trabajo, Abraham Guillén desmenuza con cuidado los mecanismos y las teorías económicas para mostrar sus mentiras desde el punto de vista de la justicia social y la igualdad. Sus observaciones no dejan nunca de señalar con el dedo a la economía capitalista pero también a la economía de Estado, enfrenando cada tipo de organización con sus propios límites o contradicciones, puesto que éstos se apoyan siempre en las injusticias y la aparición, según las distintas áreas económicas, de una clase capitalista o tecnoburocrática que se apropia de las plusvalías generadas por el mundo trabajador. Para liberarse de estos poderes y de la alienación de los productores por la mercancía (dinero, objetos), hay que asociar con pragmatismo el pensamiento crítico con la praxis autogestionaria.

"En la praxis se revela la realidad económica, el reparto desigual de la riqueza según los grupos privilegiados, la división del trabajo entre dirigentes y dirigidos, la servidumbre del obrero en su trabajo enajenado al capital privado o del Estado".

Pero no es una cuestión de someterse a teorías económicas rígidas.

"Hay que conocer las leyes objetivas de la ciencia económica sin divinizarlas, sin alienarse en ellas, ni tomarlas como conceptos puros del entendimiento humano para justificar regímenes económicos anacrónicos".

Con esta abierta perspectiva, afirma la necesidad de que la organización económica sea plural, como medio y como fin.

"Debe haber plena libertad de ensayo económico (empresas mixtas, municipales, cooperativas, mutuales y autogestionarias) sin estalinismos, monopolio ni elitismo"

Como origen de las desigualdades, Abraham Guillén insiste en la división del trabajo entre trabajadores manuales e intelectuales. El socialismo autogestionario libertario debe remediarlo radicalmente.

"La participación creciente de los trabajadores en la gestión de sus empresas, siendo todos capaces de hacer todo, es la condición esencial del socialismo autogestionario. Sólo así todos participarían por igual en la gestión y la distribución del excedente económico, producto de un trabajo común y en igualdad de condiciones para todos"

En este sentido, la empresa autogestionada debe ser un lugar de formación permanente para, asociada a la gestión colectiva de los instrumentos de trabajo, permitir un acceso igual al conocimiento con el fin de abolir la diferencia entre trabajadores manuales e intelectuales e impedir la reproducción de una nueva clase gestora que se apropie del fruto del trabajo de los demás. Y advierte:

"Si el socialismo autogestionario no fuera capaz de superar la vieja división del trabajo entre ejecución de la producción y dirección de la misma, no sería entonces posible la emancipación de los trabajadores"

La trayectoria de este teórico de la autogestión le llevó a conocer, siendo muy joven, las colectivizaciones españolas, y más tarde el sector cooperativista de Perú, al tiempo que trabajaba como experto para Naciones Unidas.

Sus estudios, unidos a sus experiencias personales, han enriquecido su reflexión. Sin duda, esto le ayudó a concebir modos originales de organización autogestionaria. Por otra parte, a diferencia de los anarcosindicalistas, para quienes la organización sindical es la columna vertebral de la organización social o economía autogestionaria, hay que señalar que Guillén no atribuye ningún papel preponderante a los sindicatos.

Parte de la idea de que la autogestión generalizada es también una investigación en la acción.

"En los primeros tiempos de un nuevo régimen de democracia libertaria, de economía autogestionaria, habrá que tener muy en cuenta la prueba y el error, la experiencia histórica, para no ideologizar el saber para no caer en dogmas más próximos a la metafísica que a la realidad cotidiana. En este orden de ideas experimentales, de verificación de programas y de resultado de planes, los autogestores tendrán que ser muy autocríticos, pensando que lo que ayer era positivo mañana puede ser negativo, ya que podría haber cambios cuantitativos en un sentido o en otro, lo cual implicaría a su vez cambios cualitativos"


La organización social y local

Guillén describe una organización social bastante completa e incluso presenta algunas perspectivas

"En su calidad de autogestores, los trabajadores liberados de la dictadura del capital privado o de Estado, deben participar en la gestión de sus empresas y en el reparto del excedente económico obtenido en ellas por su trabajo asociado; participar en la toma de decisiones de la actividad económica de las empresas autogestionadas; definir la política económica de la empresa de propiedad social, con el fin de que se asegure su progreso económico, tecnológico, social, cultural, educativo e informativo; dirigirse a los órganos del autogobierno empresarial con justas peticiones a las cuales éstos están obligados a responder practicando la democracia directa sin trámites burocráticos."

"Los trabajadores de la empresa de propiedad social autogestionada deben tener acceso a sus decisiones fundamentales: cálculo de los gastos de producción; precios, plan de cuentas, informes periódicos; convenios y contratos de todo tipo; decidir sobre la elección de candidatos al consejo autogestor; votar el reglamento de derechos y deberes de los trabajadores; informarse sobre gastos y recursos, concertar créditos; vincularse con otras empresas u organismos; considerar el saldo de resultado económicos mensual, trimestral y anualmente; apercibirse de los planes económicos a corto, medio y largo plazo".

El consejo obrero de la empresa autogestionada es "el autopoder supremo de la empresa", elegido democráticamente. Sus miembros son revocables y se eligen por dos años, no pudiendo renovarles el cargo hasta después de otros dos años más.

"El consejo autocrático de la sociedad anónima capitalista será sustituido por un consejo obrero autogestor de la empresa; y la asamblea de accionistas, por la asamblea de productores directos, eligiendo por voto directo y secreto a sus consejeros autogestores rotatorios y renovables"

Aunque no se pronuncia sobre la cuestión del autogobierno municipal, Guillén defiende concepciones interesantes respecto a un tema actual: la deslocalización y el papel de los intermediarios en el alza de precios de productos de primera necesidad.

"Si los agricultores estuvieran agrupados en combinados agro-industriales autogestionados, incluyendo en su sistema la producción de insumos primarios, su transformación en productos industrializados y su distribución en el mercado, asociando así el capital agrícola, el industrial y el mercantil, sin falsos intermediarios, la producción llegaría al mercado con la menor diferencia posible entre el costo de producción y el precio de venta, beneficiando con precios baratos a toda la sociedad; tal como hicieron en su mercado socialista libertario las colectividades anarquistas españolas durante la revolución de 1936-1939"

De esta forma, pone en valor los recursos locales permitiendo el desarrollo homogéneo de las diversas regiones.

"Por ejemplo, en comunidades autogestionarias locales, integradas comercialmente de acuerdo con el entorno económico, ecológico y demográfico, se pueden crear complejos autogestionarios constituidos por la integración de la agricultura, la industria agro-alimentaria y de transformación de materias primas (agrícolas, ganaderas, forestales, pesqueras), utilizando para ello fuentes de energía locales, como la biomasa, el carbón mineral, vegetal o turba, la energía solar, eólica, el metano y alcohol de la biomasa, a fin de tener una empresa autosuficiente o, al menos, no tan dependiente de sus materias primas y fuentes de energía como la mercantilizada empresa capitalista, dependiente de la energía".


Autogestión y mercado

Para este enemigo del fetichismo materialista mercantil, deben darse las leyes de cooperación entre colectividades al mismo tiempo que se establece un sistema de valores de cambio. Se trataría del valor trabajo y del valor de uso, por oposición al valor comercial que informa la plusvalía capitalista.

"En el socialismo autogestionario (con democracia directa en los escalones de la comuna, el autogobierno regional y el co-gobierno federal) ningún grupo autogestor de trabajo cambiaría el trabajo de un año por el de seis meses, sino un valor de uso por otro valor de uso del mismo valor-trabajo, de modo que el intercambio no introduzca injusticia distributiva, evitando la creación de clases parasitarias y burocracias ineficientes".

"En cualquier producto del trabajo humano (independientemente del modo de producción histórico) hay un valor de cambio y un valor de uso. Pero una sociedad autogestionaria se identifica con el valor de uso, superando el concepto de valor de cambio. Así pues, para que cada uno aporte según su capacidad y reciba según su necesidad, fórmula de la distribución comunista, debe haber al menos cierta abundancia de bienes y servicios, una moral de consumo y un reparto equitativo, independientemente de las capacidades y las cualidades del trabajo individual para que haya igualdad económica entre los hombres, sin la cual no puede existir la libertad"

La riqueza producida deberá ser superior a las necesidades de las empresas, creando así un capital social gestionado colectivamente con el fin de aumentar la productividad y liberando al trabajador de sus tareas, pero también permitiendo la investigación y el desarrollo, la educación, el ocio, la cultura, etc. El objetivo es, en definitiva, provocar un bajada de los precios (gracias a un valor de cambio estable y no especulativo) y una mengua del tiempo de trabajo (por la mejora del rendimiento financiada con el excedente de producción convertido en capital social).

El autor anticapitalista analiza el mercado:

"Con socialismo de autogestión, la planificación nacional es programática, indicativa, pues deja las decisiones básicas a las empresas autogestoras que saben lo que necesita el mercado socialista, en cantidad y calidad, a precios competitivos"

"El socialismo libertario no tiene necesidad de planificación centralizada, sino de un socialismo de mercado, de la competencia entre grupos colectivos de trabajo, de la democracia directa en las empresas por medio de los consejos autogestores"

Este concepto del mercado se usa aquí sin ambigüedades en cuanto a las intenciones.

"El único sistema socio-económico que puede hacer cumplir la ley del valor-trabajo en los intercambios, dentro de un mercado socialista (libre de mercachifles, de agiotistas monetarios y bursátiles, de capitalistas que consumen mucho y producen poco) es la economía autogestionaria (en las empresas, explotaciones agro-industriales, servicios, talleres y fábricas) y la democracia directa en la política"


Las estrategias

Abraham Guillén argumenta a favor de una competencia entre la economía autogestionaria y las economías capitalistas o de Estado, seguro de que las empresas autogestionadas son capaces de competir con ventaja en un mercado libre.

"Una economía autogestionaria debe ser competitiva, desafiante e imbatible en el mercado mundial; pero no sólo porque sus protagonistas auto-organizados hagan sacrificios económicos en el sentido de consumir poco e invertir mucho, sino más bien por ponerse a trabajar todos útilmente, reduciendo la burocracia al mínimo y maximizando las fuerzas de trabajo productivo, aboliendo las clases parasitarias e invirtiendo a continuación sus rentas, que eran improductivas, en inversiones productivas. No olvidemos que la investigación científica y la educación generalizada son grandes fuerzas productivas para el desarrollo de la sociedad libertaria"

Rechaza la idea de que la revolución será simultáneamente en todo el mundo, pero muestra también que si este modelo de desarrollo no convence, tampoco habrá otras regiones del mundo que se unan a la tarea de abolir el capitalismo.

"En consecuencia, si el crecimiento económico y el progreso tecnológico y cultural no son mayores con una economía autogestionaria que con una economía burguesa o burocratizada, se estará en el reino de las ideologías, pero no de las realidades económicas. Pero si todo un pueblo autogestionario trabaja, investiga, consume prudentemente e invierte mucho para progresar más, si desaburguesa y desburocratiza la economía, competirá con ventaja en el mercado mundial y, a medio plazo, se colocará a la vanguardia del progreso internacional, asumiendo el protagonismo en la Historia Universal"

Y el economista libertario demuestra un realismo descarnado: afirma que el desarrollo autogestionado sería cuestionado en su vocación misma si no permitiera el acceso a un modo de vida envidiable en comparación con otras economías de mercado.

"Queramos o no hay que ser desarrollistas en el buen sentido; pero no aumentar la producción por la producción misma [...] pues la humanidad no quiere perder fuerzas productivas, nivel de vida y bienestar adquiridos, cambiando de régimen"

El autor se plantea la estrategia para alcanzar una economía autogestionaria, afirmando la complementariedad entre el pensamiento y la acción.

"Así pues, necesitamos una contracultura que saque al pueblo de su pasividad de animal doméstico consumista. Debemos unir el pensamiento y la acción para interpretar y transformar el mundo al mismo tiempo, pues el pensamiento por si mismo nunca ha generado ningún cambio. Por eso, en ciertos momentos históricos, mejor que decir es hacer, uniendo el pensamiento y el acto en una praxis coherente; pues sólo así podrán los trabajadores transformar el capitalismo en socialismo libertario".

Paralelamente preconiza la constitución de comités, liberados del control de las elites de los partidos o sindicatos institucionalizados.

"La estrategia básica consiste en romper el equilibrio del sistema institucionalizado, tanto por las burguesías como por las burocracias, a fin de provocar la ruptura violenta, la lucha de clases conducente a la Revolución"

Y en esas estamos.

Abraham Guillén nos ha legado, sobre todo, una serie de pensamientos y tomas de posición dignas de interés, capaces de enriquecer y someter a crítica nuestras propias convicciones en la implementación de formas de gobierno autogestionarias.

Es de lamentar que este pensador de la autogestión libertaria sea tan poco conocido tanto él como su obra.

10 comentarios:

Mendiño dijo...

Esto no es palabra de Dios. Son las ideas de un hombre con un compromiso claro con la emancipación del ser humano.

La mejor formar de honrar unas botas es destrozándolas en el camino, de honrar una botella de vino es bebiéndola...y la forma de honrar las ideas es debatiéndolas, analizándolas, criticándolas y superándolas.

Esto no es dogma, sólo un punto de partida; eso sí, a mi entender, muy lúcido.

¿Qué os parece? ¿En qué estáis de acuerdo? ¿En qué no?

¿Lo creéis factible?

Para mi sí (cooperativas, sociedades mutuales...). El cómo, ya lo expliqué en El rico es ladrón.... Pero eso es sólo mi opinión. ¿Y la vuestra?

Es necesario democratizar la economía. Acceder al co-gobierno de nuestro centro de trabajo implica retomar el control sobre nuestra vida.

También implica un alto grado de responsabilidad que no todos desean asumir.

La libertad es muy jodida: te obliga a pensar, y corres el riesgo de equivocarte.

Para terminar, una cita clásica, de esas que quedan muy bien:

Recordad que el secreto de la felicidad está en la libertad,

y el de la libertad, en el coraje.



Tucídides

wenmusic dijo...

Pues es bastante interesante. Realmente es más cercano a lo que la vida y la economía debería ser. Por ahora somos esclavos pagados.

¿Factible? Es tan difícil luchar contra la alienación que tenemos todos...
Realmente tenemos la libertad de pensar y decir lo que queramos, porque tiene poco calado, y a las altas esferas a las que interesa este sistema no les importa, mientras consumamos... (y lo hacemos).

Mendiño dijo...

Ya, producir y consumir.

Y votar a los de siempre cada cuatro años.

Y si votas a otros, da igual, porque tu voto no valdrá una puta mierda (la cuarta parte, si votas a IU en vez de al PP o al P$OE).

Por cierto, recibir un salario no excluye ser un esclavo: en la antigüedad, los esclavos recibían salario, tenían derecho a tener bienes e incluso poder pagar con sus ahorros la libertad.

De hecho había esclavos (una minoría) que eran transportados en andas (por otros esclavos) y vivían con un lujo que la inmensa mayoría de hombres libres no se podían permitir. Estoy pensando en lo que hoy sería el Ministro de Hacienda en ROma, cargo que en ocasiones era ocupado por un liberto y otras por un esclavo. Para el emperador era bastante cómodo: si no cumplía, se le podía mandar azotar o matar sin muchos rodeos, al no poseer la ciudadanía romana.

Esclavo no es el que trabaja gratis. Esclavo es el que no posee control sobre su trabajo ni sobre su vida.

Pues eso.

:(

Anónimo dijo...

pues no seré yo quien polemice con lo que acabo de leer. Es más, te agradezco que me hayas descubierto al autor, porque es muy posible que me interese más por sus escritos.

flor de un día dijo...

Yo no lo veo factible.
La idea, aunque supongo que se me deben de escapar muchas cosas, la veo muy bien elaborada. Y me es bonito, ver que hay quien por lo menos intenta algo por mejorar la sociedad en la que vive, me da alguna esperanza en la tétrica visión que tengo de la humanidad. Sí que es cierto que si se hablara menos y se actuara algo más, también se conseguiría algo más de lo que tenemos, quizás; pero hablar con argumentos bien pensados sirve por lo menos para tener una base con la que actuar.
Digo que no me parece posible por lo que comentas (no se van a poner de acuerdo dos que se ven como simples pringaos, sin más futuro que el obedecer a su superior y a fuerza de golpes). Además, puede que algún rico le haya dado incluso por pensar alguna vez en los pobrecitos que no han tenido ni tienen tanta suerte económica como él, pero de ahí a que estén de acuerdo en dejar de ganar las burradas que algunos ganan para que la riqueza sea más equitativa, apoyar el desarrollo de las cooperativas y demás servicios que puedan competir con ellos y privarles de sus abultados ingresos...
Hace un par de días leí que un inversor multimillonario puso de manifiesto que, comparando de manera objetiva, los impuestos que él pagaba, eran muy inferiores a los de cualquier trabajador de su empresa. Bueno, no intento ensalzar su actuación, porque tampoco conozco la situación exacta en la que se pronunció ni qué palabras utilizó ni con qué intención, realmente. La verdad, me dio mala espina con sólo leer su caso (un millonario quejándose de las injusticias del mundo... raro raro) y más cuando me enteré de que sus palabras fueron exhibidas en una cena de algo así como militantes del partido demócrata de los eeuu. Políticos cerca... gente apoyando a unos y criticando a los del bando contrario... ya sabemos de qué va eso, no?
Pero bueno, suponiendo (aunque sea mucho suponer) que el hombre lo decía por defender la justicia entre los trabajadores, defendiendo la proporcionalidad en el dinero que debe recaudar el estado de cada uno, en resumen, suponiendo mucho, éste sería un caso entre cuantos?
Me gustan las ideas expuestas por Guillén, pero quizás lo importante, tal y como yo lo veo, ahora mismo sería sentar unas bases para que la mayor parte de la gente (de hecho, la que más afectada se encontraría, la mayoría de la población) viera la injusticia y no se dejara avasallar ni conformar con las luces esplendorosas ni el perfume cautivador del dinero rápido. Algún esfuerzo hay que hacer, para cambiar tanta desigualdad, pero la gran mayoría se encogerían de hombros al oír que hay que moverse por el bien de todos. Incluso si oyeran que es únicamente por su bien.

Mendiño dijo...

José Manuel, atacando una idea la haces más fuerte...o la destruyes. De ser esto último es que no merecía ser pensada.

Cuando lo leí me emocionó, pero también hay partes ante las que no estoy de acuerdo. ¡Como no podía ser de otra forma! El debate es siempre enriquecedor.

Florcita, te conozco y sé que eres desconfiada con la naturaleza humana.

A ver, posible es. No es que sea posible, es que existe: ahí están las cooperativas, hay más de 1000 sólo en Galicia. Desde que te comes unas salchichas de COREN o una cuajada de La Asturiana (son cooperativas mixtas, con capital privado de cajas e inversionistas).

Lo que propone Guillén es una vuelta más de tuerca en la democratización. No basta con que el capital sea social, también ha de haber una dirección colegiada, democracia directa en todos los órganos de la empresa.

Pero lo primero es hacerse con la mayoría del capital de la empresa. ¿Cómo? Yo insisto: obligando a que las empresas distribuyan participaciones entre los trabajadores.

De esta forma, los trabajadores irán accediendo al gobierno de la empresa gradualmente, sin rupturas traumáticas.

Me explico: Muchos hemos visto el documental de "La toma", sobre la ocupación de fábricas por los trabajadores en la Argentina, una vez que los empresarios las han descapitalizado y huido con el botín.

Esa es la manera traumática de empezar una aventura autogestionaria. Con las máquinas paradas o desaparecidas, sin dinero para llenar el almacén, con la cartera de clientes perdida y con muchas dudas jurídicas. En estas condiciones, echar a andar de nuevo una empresa es un milagro. Algunas salen a delante, otras es imposible. No porque estén gobernadas por brutos, como dice la prensa. Sino porque no las levantaría ni el mayor genio de las finanzas.

Ellos lo hacen porque no les queda más puto remedio, porque la alternativa es quedarse en casa cruzados de brazos.

La autogestión no puede ser el último recurso, a la desesperada. Hay que hacerse con el control de las empresas cuando funcionan y son rentables. Un traspaso de poderes gradual, en el que los trabajadores vayan asumiendo paulatinamente el control de sus centros de trabajo. Así el relevo se producirá sin rupturas traumáticas, y los trabajadores podrán estar preparados para la responsabilidad de retomar las riendas de su vida profesional.

En el centro de todo está la idea de la existencia de una clase superior, que ha nacido para dirigir. Y que todo lo que hagan los parias están condenado al fracaso, porque son brutos, porque son iletrados. Son las teorías aristocráticas y racistas que defienden que hay quien nace para mandar, y quien nace para obedecer.

Eso subyace en nuestro inconsciente colectivo. En uno y otro bando.

Que un negro puede ser un brillante bioquímico, es la misma constatación de la falsedad de esas ideas que una fábrica dirigida por los trabajadores que prospera.

Pero ojo! Porque a la que salga mal, ahí estarán los medios de comunicación para hacer extensivo y absoluto ese fracaso.

Necesitamos tener 1000 Jesse Owens para abofeterar a Hitler y meterle por el culo su pretendida superioridad de la raza aria.

1000 empresas autogestionadas que compitan y ganen a empresas dirigidas por capitalistas.

Es posible, se puede ser más eficiente. Hay mucho margen: basta con sustituir la codicia del empresario que retrae dividendos para su lujo, por reinversiones para aumentar la productividad.

Sobran. No les necesitamos para dirigir la empresa. Son un lastre; que nos obliga a vender más caro para compensar su voracidad.

flor de un día dijo...

Obligando a quién a hacer el qué?!?!?!
Por posible, claro que lo es pero... No crees que habría que cambiar antes a la gente? Su manera de pensar, de moverse, de trabajar, de vivir, incluso de entender la vida? Eso es complicadísimo. Es como si ya en nuestros genes hubiera una especie de instinto de pisoteador (en unos) y de pisoteado (en otros).
La idea es buena, pero no se puede llevar a cabo si no se cambia la mentalidad de todo un pueblo, para decidirse a empezar algo.
Si alguien con las ganas de guillén también supiera como dar un empujoncito para mostrar formas de cambiar nuestra mentalidad gusanil, sería un mayor avance. (y espero que no tenga que ser a golpe de cañón, que así mal se va a terminar). Mientras, creo que todos esos intentos de mejora se van quedar en meras palabras.

Mendiño dijo...

Ciertamente tienes tu parte de razón.

Pero mira, ese razonamiento de que la gente no está preparada, que sería muy bonito pero es que la gente de hoy en día es una mierda...es el mismo que la reacción ha tenido desde hace un par de siglos para atacar a la democracia y justificar que exista una elite gobernante que nos dirija. Llámesele monarquía -rey-, fascismo -duce, caudillo, führer- o teocracia -pontífice-.

La "democracia representativa" que es el eufemismo que usan los bienpensantes para disimular una oligarquía. Que es representativa y, por lo tanto, legítima, pero que no es democracia. La democracia representativa no deja de ser lo mismo, pero aplicada a las instituciones del Estado: el pueblo no es quién de tomar ciertas decisiones, y debemos ser los especialistas o iluminados los que tomemos las decisiones en su nombre.

Viendo cómo se dirigen algunas empresas, y los patanes que se encargan de ello...cualquiera, hasta el personal de limpieza y mantenimiento lo podría hacer con más sentido común.

Probablemente habrá problema. Pero no podemos esperar a tener una sociedad de ángeles para desarrollar la democracia. De hecho, es en el camino de la libertad (lleno de baches) en el que aprendemos a ser ciudadanos libres, es decir, HOMBRES Y MUJERES. Y no vasallos o siervos de reyes y señores.

Esclavos.

flor de un día dijo...

Lo siento, yo insisto. La elección de alguien, sin ir más lejos, suele tener tongo. Pero a nadie le importa. Tampoco conoces al que votas, pero da lo mismo. Es cierto, tampoco vas a conocer personalmente a todo aquel que se presente a unas elecciones (de presidentes de gobierno a delegados de alumnos). Pero incluso ese derecho (para uno que puedes usar) es despreciado. Y en parte lo entiendo, porque siempre me ha pasado, encontrarme ante una lista de nombres que desconozco y tener que decidir. Como en un examen que no te sabes. Era bonn o berlín? Y luego, decides (uno de los mayores problemas en la vida) y ves que no sirve de nada. Como en el anuncio... Salaaaaaaaado! Ooohh... Pero si tenía tan buena pinta, el tipiño... La próxima vez, la próxima.
Ya ni hablar de que unos cuantos hombres se encierren unos días o unas horas, lo que les parezca, decidiendo nada más y nada menos... quien va a ser el representante de dios en la tierra! Ahí queda eso.
Ni la gente de hoy en día ni la del otro no creo que sea una mierda, así, sin más. Las personas somos una mierda, siempre lo hemos sido y no creo que nunca dejemos de serlo, eso sí. Y además nos gusta rebozarnos en ella. Pero viendo a personas con ideas y un sentido de la vida que pocas veces he llegado a imaginar, que lucha por mejorar no sólo su asiento sino el de todos (eso roza para mí lo increíble), yo lo que más me pregunto es como se puede hacer para que eso llegue a la inmensa mayoría, esto es: a los pringaos, a los que tienen tanto por mostrar y que ni lo saben, a los que dan sin prácticamente recibir (y no me estoy refiriendo al papa, precisamente, sino a los verdaderos currantes, que cobran una miseria, si es que cobran, por llevar adelante la empresa del jeque de turno)... Me pregunto simplemente como puede llegar eso a la gente, esa idea y sobre todo, esas ganas.
La gente está desencantada, por eso no vota, no participa, no se mueve. Pero con esto no quiero decir que haya que quitarles el derecho a votar, participar o moverse. Al contrario, lo que yo pregunto es si no sería más conveniente, ahora mismo, pensar como se puede hacer para crear más movimiento.

Mendiño dijo...

La miseria económica provoca miseria cultural y engendra miseria moral.

Con unas condiciones de vida dignas, un trabajo no alienante ni extenuante y una educación de calidad durante toda la vida...no vas a crear ángeles, pero sí que tendrás ciudadanos responsables.

Y aunque no. Muchas veces basta con dar a alguien la potestas para decidir, para gobernar su futuro, para sorprenderte de lo bien que es capaz de hacerlo.

No sé, ahora estoy pensando en alguna cría alocada, que se queda embarazada antes de cumplir la mayoría de edad, y de como asume esa responsabilidad y se convierte en una buena madre.

Hay que dejar de tratar a la gente como si fueran incapacitados mentales o menores de edad, y dejarla decidir: y que vean que sus decisiones tienen consecuencias.

Es la democracia, aunque a muchos les de pavor la idea de que gobierne el pueblo.