11 de enero de 2006

Verde hipocresía




Recuerdo el olor de esa bodeguilla. Yo era apenas un crío, un mocoso que empezaba a conocer por su cuenta el mundo. Por entonces, me atrevía a alejarme unas pocas calles, y ya me hacía sentir como un Pizarro a la conquista de un mundo desconocido.

Una de mis hazañas era ir en solitario, o escoltado de algún amiguito, a esa bodeguilla. Iba con una bolsa con los cascos de vidrio, y la recompensa a mi osadía era quedarme con lo que me dieran. A mis cuatro años, las treinta o cuarenta pesetas eran un descomunal tesoro que no sabía muy bien en qué emplearlos.

Me acuerdo del olor, dulzón pero fresco del local. Siempre en penumbra, como el semblante del dueño (para mi, de aquella, verdadero gobernante de aquella ínsula barataria). En las estanterías metálicas, las botellas de vino en un lado, las de gaseosa y trinaranjus al otro. Las cajas de cerveza, en el suelo. Detrás del mostrador, las vacías, en cajas de alambre o las más modernas de plástico (para las cervezas).

La bodeguilla cerró, y no recuerdo cuándo fue, señal de que no me debió parecer algo importante, porque de aquella yo ya era más mayor, ya navegaba a mis quince años por la gran ciudad, y en mi casa ya comprábamos en el nuevo supermercado. Hacía tiempo que ya sólo se devolvían las botellas de litro, que las de cerveza y tres cuartos de vino había que tirarlas a la basura. Supongo que pensarían que era cosa de higiene, o de simple calidad de vida. Ya éramos europeos, no necesitábamos pensar en los durillos por los cascos usados, eso era cosa del pasado, de la pobreza. El supermercado estaba limpio, iluminado, con las estanterías llenas de productos de vivos colores. En ese país de jauja no cabía la pobreza, la cutrez de devolver los envases. Para eso estaba el cubo de la basura, para tirar todo el pasado; los siglos de estrecheces y economías...al vertedero!

Con el bodeguero, también se fueron extinguiendo aquellos personajes de otra época. Los chatarreros, con su carro híbrido de revolución industrial y tradición romana, con los ejes y ruedas sacados de un coche o algún remolque de tractor, con bastidor de maderas viejas y con tracción delantera: un mulo paciente que miraba con indiferencia a los coches que le adelantaban. El gitano prosperó, y compró un camioncillo para recoger la chatarra. ¡A dónde iría tanto burrito guapo! Y luego prosperó más y se dió cuenta de que con la chatarra nunca dejaría de ser gitano.

Los gitanos. Hace poco, volví a mi gran patria natal, el enorme agujero de hormigón. Buscaba una cisterna. Entraba en las tiendas de sanitarios, y me recibía una señorita de sonrisa esmaltada. A mi pregunta me miraba ofendida, y la respuesta era siempre la misma: hay que cambiar todo el conjunto. Su idea no era ya cambiar todo el inodoro ¡la solución que me proponía era cambiar todo el baño! Claro, para que no desentonase... Pero...si funcionan bien...nada, déjelo. ¿Porqué me habrá mirado con esa cara de compasión? Tengo la impresión que si hubiera insistido un poco, me habría dado un euro para que me fuera a tomar algo caliente al bar de la esquina.

Y yo, en el gran agujero, donde hay de todo y todo es posible, y suspiraba porque hubiera aún el poblado gitano, el de más allá del cementerio, hacia Vicálvaro. Al lado de la carretera hacían su escaparate. Un cartelón que rezaba: “LABAVOS, BIDESES Y VATERES”, al lado otro “SE BENDEN COCINAS I PUERTAS”. Los niños y los perros jugando entre los Roca color pastel, todos sobre la puto suelo. Hasta los últimos parecían felices.

Algunos gitanos prosperaron, otros se les realojó en La Colmena. Y a los que no tuvieron tanta suerte, los mandaron con sus chabolas a Valdebernardo, el mayor vertedero del Estado. Ahora los niños juegan entre Himalayas de basura pero, al menos, no se les ve desde la A-3. Donde antes tenían su pueblo, ahora se yerguen torres de ladrillo de los nuevos barrios residenciales. Han abierto un Carrefour en el barrio. Aún no hay ni un colegio. Tampoco una iglesia. Pero el centro comercial es la verdadera prueba de que ése es un lugar civilizado.

Según le paso la fregona (la de hilos blancos de algodón, no la Vileda de colores acid) a los rincones de mi imperfecta memoria, aparecen otros dibujos de ese ayer. La milenaria mujer que, encorvada y con mil arrugas, cumplía religiosamente con su cotidiano oficio: recogía papeles y cartones. De voz temblorosa y amable, de aquella me parecía que era parte misma de la tierra. Era Gea, madre de todos los dioses y de todos los hombres. Si no hubiera sido tan tímido y estúpido de niño, debería haberle dicho que me parecía más venerable que toda la Conferencia Episcopal reunida en Santo Sínodo. Había más sabiduría en sus manos que la que puedan contener los sillones de la Real Academia de la Lengua. Su esqueleto de carro de la compra era más bello que la biga de Ramsés. Quizá me dejo llevar por la melancolía pero, lo que es indudable, es que sí que es más útil para la humanidad.

¿Qué habrá sido de aquella mujer? ¿No podrán resistido sus mil años otros veinte más? Tenía una nieta disminuída a su cargo, recuerdo. ¡Como puede haber tanta grandeza en ese minúsculo y trémulo cuerpo! Su escaso cabello cano, su abrigote y sus zapatones negros, movidos por dos piernecitas de palillo. Una figura ante la cual ahora me arrodillaría y rendiría pleitesía. Esa señora si que merece ser mi reina. En esa mujer vive la humanidad. Podría ser Eva, o Pandora, o..., la madre de todos nosotros, que por ser mitad diosa vive aún entre sus hijos. Quizá lo que arrastrase no fuera un desvencijado carrito, quizá Pandora tiraba del tiempo.

Yo merezco morir, se que algún día así será. Hay vidas que deberían durar lo que las moscas, de puro miserable. Gentecilla que revolotea dentro de mi televisor en torno a una mierda multicolor. Pero existen seres que debieran ser eternos. Si la mujer del carrito murió, es que no hay esperanza para nadie.

Malditos países, porqué elegísteis para vuestros símbolos águilas, lobos y leones. Maldita España harapienta, qué te habrá dado el toro más que el motivo del propio esperpento que tú misma dibujas. Patrias creadas por asesinos, qué otros animales podían tener hueco en sus blasfemos pendones y banderas.

Ningún país tiene en su emblema al cerdo, ninguna a la vaca. Un escudo con una gallina, o una bandera con una oveja velluda. Cuánto bien nos han hecho, cuánta hambre curaron a nuestros abuelos!. El Líbano tiene en la bandera un cedro. Bien está, y mucho le deben sus padres. Lástima que los únicos cedros que mueven aún sus ramas al viento en esa tierra sean los pintados o bordados entre las franjas roja y verde. Perdón, me pierdo...

decía...

El chatarrero pasó como una sombra de la noche. Los vagabundos recogiendo cartones para ganarse unos duretes, los gitanos revendiendo todo lo imaginable. Retratos de una época pasada que nos esforzamos en guardar en el desván de nuestra memoria colectiva, trastos viejos de los que nos avergonzamos.

Ahora que somos todos guapos y no se ven niños con legañas y remiendos en el pantalón, ahora que las mercerías no venden rodilleras ni las madres saben echar un zurcido a un descalabro en un pantalón, ahora que hemos agarrado el tren de la modernidad...nos dicen que hay que reciclar.



El medio ambiente está muy malito...así que recicla. Digo yo que podrían haberlo dicho antes de que la tiendecita del mercado de mi barrio cerrase, esa que vendía las aceitunas y el atún al peso. Por cierto, que qué ricas estaban unas y el otro! Y las berenjenas. Mmmm. ¿Será una impertinencia de la memoria, recordar que todo tiempo pasado fue mejor? ¿O será que de verdad eran más sabrosos? Lo cierto es que si ahora quiero comprar tanto de comida, tengo que comprar además un cuánto de hojalata, o de vidrio, o de cartón de bonito diseño.

Ahora no tomamos leche, zumo o yogourt, sino una poción mágica, concentrado de proteínas, vitaminas, enzimas, bífidus y omega3 que nos prometen ser tan guapos y esbeltos como las moscas de la tele. Los tomates son como las personas, con un aspecto tan hermosote, todos igual de bonitiños, sin una mácula, sin una imperfección que los individualice...y todos igual de sosos, que de tomate tiene sólo la apariencia.

¿Es esta la modernidad? ¿Ésto es progreso? Nos hacen comprar mierda envuelta en mil celofanes. Nos hacen pagar por la mierda y por los celofanes. Y ahora el Estado nos pone cara paternal y nos dice...teneis que devolver los celofanes, porque la Tierra está malita. Como si eso le importara a nadie! El mismo Estado que manda de paseo a un petrolero herido, el mismo que concede licencias para cementar toda la costa, el mismo que sigue perpetrando el mayor atentado ecológico, la más alta traición a la patria que es repoblar con pinos y eucaliptus, o cualquier otra cosa que le digan los empresarios que debe plantar. El mismo Estado que está matando la tierra, mi querida tierra, me pide que colabore.

Qué curioso, de todos los llamamientos que hacen los grupos ecologistas, y que los próceres de la nación hacen caso omiso, han hecho bandera de lo del reciclaje. ¿Pero no habíamos quedado en que reciclar era de pobres? Cuando el bodeguero o el chatarrero nos tenían que dar esos duritos, eso era una miseria, era atraso. El avance es seleccionar nosotros mismos la basura para servirle a los empresarios materias primas a coste cero.

Qué casualidad! Lo único que todas las administraciones: ayuntamientos, autonomías y Estado se ponen de acuerdo, para lo que despliegan vallas y cuñas publicitarias es...en el único aspecto en que cuidar la Naturaleza es un buen negocio. Cuando para cuidar la Naturaleza hay que invertir dinero o, al menos, renunciar a ganarlo (reforestación con especies autóctonas, prohibición del empleo de madera quemada, talas selectivas...) entonces ya la administración parece que no está tan entusiasmada con la idea. Ya las banderas ecologistas no ondean en todos los mátiles. Y es que están acostumbrados a que su negocio sea al contrario: lo que da dinero es abusar de la Natualeza.

Todo el mundo se conmueve ante un arbolito, ante un negrito de África, ante un osito...cuando salen en la tele. Pero lo cierto, es que el amor de la gente, lo que verdaderamente mueve sus vidas, es el dinero. Eso incluye a la clase política y a la sociedad que les vota.

Porque de obtener las materias primas de la Naturaleza, a sacarlas ya refinadas y de composición ajustada de los contenedores de colorines...eso es mucho dinero que se ahorran. La gente que cree que tira basura...¡qué equivocada está! Tira residuos, que no es lo mismo que basura. Los resíduos pueden tener un valor (residual), la basura no sólo no tiene valor, sino que es gravoso el retirarla.

Y por supuesto que no es una medida equivocada. El reciclaje es uno de los mecanismos necesarios para lograr una actividad humana sostenible. Pero tal como está planteado es sólo un buen negocio para unos pocos a cuenta de nuestra colaboración, que nos la han pedido con malos modos y subterfugios (cuando no obligado por ley, como el neofascista alcalde de Coruña).

El otro día un tontaína me intentó hacer comprender la necesidad del recoclaje. El muy botarate se había sumado al carro de los bienpensantes, repitiendo un estribillo sin saberse la canción completa. Resulta que el mayor problema de esta tierra, esta tierra calcinada, degradada, contaminada y urbanizada...es la profusión de residuos. Aún siendo cierto el problema de los vertederos y la gestión de resíduos, cuando paseo por el monte no son vertederos lo que veo, ocupando kilómetros y kilómetros cuadrados. Lo que veo es monte quemado, peñascos, enormes extensiones de xestas, monocultivos de eucaliptos, naturaleza herida de muerte, en suma.

Porque pongamos en cifras el problema: ¿qué tanto por ciento de suelo está afectado por vertederos? ¿Un 0,01% de la superficie gallega? Yo creo que mucho menos. Bien. Y ahora...¿qué porcentaje de tierras ha ardido en las últimas dos décadas? O mejor dicho...¿qué bosques quedan por arder? Entre la urbanización masiva y descontrolada, que tampoco este ejecutivo quiere frenar, las repoblaciones perpetradas por ingenieros forestales que merecerían estar en la cárcel por traición a la patria, por haber vendido a su tierra...y los incendios...cuántos bosques quedan en Galicia con un razonable nivel de conservación?

Es evidente la desproporción del problema que generan los resíduos con el que existe con la destrucción de los bosques. En el primer caso, una ínfima parte está afectada. En el otro...una mínima parte NO lo está.

Entonces...¿porqué se pone el acento en la recogida selectiva, cuando es un problema muy menor...y no se ponen en marcha planes de reforestación y protección de los escasos bosques autóctonos? ¿Me van a hacer creer esos miserables que les interesa algo la Naturaleza? Falso. Les interesa el dinero.

Me piden que recicle papel (y lo hago). Pero dicen que por cada tonelada de papel reciclado (¿lo que consumo en toda una vida?), puedo salvar un árbol. Pues bien, he plantado más de cien. Todos han ardido. ¿Es lo grave que no recicle? O es lo grave que la tierra, la misma parcela, arda con una cadencia de un lustro.

Al ciudadano que lo que quiere es lavar su conciencia y sentirse solidario, supongo que será suficiente mandar felicitaciones del Unicef y dejar su bolsita en su contenedor. Pero si lo que queremos es hacer algo útil, eso NO es suficiente. Los contenedores de colorines son recicladores de conciencias puestos por bienpensantes de ideología reciclada, demócratas de toda la vida.

Quiero arrancar la careta ecologista de estos miserables. Si de verdad amasen la Tierra como algo propio, no se preocupaban de sus barbas cuando van a ser decapitados. El monte y la costa gallega están amenazados de muerte, y ellos se preocupan de la chorrada de los contenedores. Y ¡ay! de quien no recicle, se le tachará de insolidario y antidemócrata. Verdadera excomunión moderna, expulsión del seno de la sociedad bienpensante, del número de los elegidos a entrar al cielo.

Miserables, falsarios, hipócritas.

El Estado se permite pedirme que yo colabore para que los empresarios hagan negocio, pero no tiene valor a decirle al empresario: no hace falta que para cuatro putas galletitas le metas tanto paquete, que mandes publicidad del Carrefour con más hojas que la Iliada, que el puto banco use las dos caras del papel, el Dia de mi barrio no tenga el aire acondicionado a todo trapo con las puertas abiertas, o el subnormal de mi catedrático no me obligue a presentar un proyecto de mil y pico hojas (pura paja y relleno) en formato papel y, eso si, bien encuadernado. Mil y pico hojas llenas de chorradas que nadie jamás leerá. ¡Dios mío, qué despilfarro!.

Eso es atraso. Por eso renuevan mi calle (no se para qué, pues estaba bien) y plantan una farola cada tres pasos. Eso es como el poeta, que cuando moría, pedía que le trajesen más y más luz. Más luz, más oropeles, más celofanes...¡Sociedad decadente, moribunda!

Esto no es progreso, esto es barbarie consumista. De este mundo enloquecido sólo saca provecho el empresario. Ahora hay que cambiar de televisión por una de esas planas, por mucho que la nuestra funcione y las TFT o plasma se vean peor. Y el móvil con cámara aunque saque fotos de mierda, con agenda aunque no sepa usarla, con Bluetooth que casi nadie sabe para qué coño sirve o con GPRS que no se sabe lo que significa.

Como fórmula matemática aproximada no está mal: la capacidad mental de un individuo es inversamente proporcional al producto del número de televisores que posee por las pulgadas de su diagonal.

Se usan materias primas de forma ingente y tiene una boca tan grande la industria, que rebusca entre la basura para obtener más. La solución no es (sólo) reciclar. La solución es NO CONSUMIR de forma tan irracional. El uso del papel es a estas alturas prácticamente innecesario, sobra tanto envoltorio, no es necesario tirar lo que funciona...

Convertir restos de cristales en una nueva botella, quizá no requiera de más materia prima, pero el proceso sigue necesitando de energía. Y lo mismo para los metales, para el plástico, para el papel.. Se dice que la energía que no contamina es la energía que no se gasta. De la misma forma, un producto ecológico es aquel que no se consume. No es cuestión de volver a las cavernas, basta con consumir de forma inteligente. El consumismo impulsivo no es propio de la modernidad, sino de sociedades atrasadas y bestiales que cifran la riqueza en la posesión. El tener por encima del ser, como decía el genial Erich Fromm.

Pero esas ideas son peligrosas. Disminución del consumo interno, recesión, crisis... El sistema no puede frenar su marcha, sólo acelerarla. Y a su servicio, el estado. La locomotora va a toda velocidad, y no sabemos hasta cuándo habrá vía...

Tachemos pues de pobre, de atraso, de pasado todo lo que plantee alternativas a cambiar de móvil cada año, de coche cada dos, y de cocina cada cinco. La ropa de este año, al siguiente está pasada de moda y ya no vale. Estas gafas son lo último...(fai un sol de carallo)

Quizá todo sea cuestión de cómo entiende cada uno la vida.

Un día. estando yo en la montaña, en un prado precioso tapizado de flores que acababan de salir al retirarse la nieve, iba pisando con cuidado pues me daba pena mancillar tanta belleza. Lo cierto es que hasta me daba vergüenza estar en un sitio más bonito, pues me figuraba que los caracoles, las arañas, las hierbecillas me estarían mirando y diciendo...¿qué hace este tipo tan raro aquí? En fin, me sentía privilegiado de poder compartir ese paisaje con sus moradores habituales.

Al poco de estar pensando estas y otras chorradas, llego un flamante todoterreno. De él descendió un mostrenco con su familia de mostrenquitos. Ropa "adventure" de la sección de caza del Corte Inglés. Dos grandes surcos en el prado donde yo había estado charlando con las setitas que salían de las bostas de vaca, con una hormiguita que andaba, como yo, dando un solitario paseo, con... La puta que parió a los niños, no podrán estarse quietos! A palos con una pobre lagartija, que por suerte era más inteligente que ellos y estaba a buen recaudo.

No es que esté a favor de la pena de muerte, por supuesto pero...¿no se podría hacer una pequeña excepción? Porque estos urbanícolas con el 4x4 de pintura metalizada...se la tienen más que merecida, desde luego. Gente más grosera y soez, que no son capaces de alejarse más de cuatro pasos de su asqueroso trasto enlatado. Ignorantes con dinero, pavos reales que en vez de desplegar su cola despliegan su talonario de cheques para dejar claro que son los reyes del corral. ¡Qué buen guiso haríamos con semejantes besugos!

Un anhelo de mi existencia, sería pasar por el mundo sin que no se notase mi paso. Si pudiera dejar algo de belleza sería maravilloso pero, al menos, que no quedase mi huella sobre el campo verde.

Sin embargo, hay gente soez que se tiene en el centro del universo, y que disfruta dejando su marca allá donde llegan. Como el perro que mea su territorio, tienen que marcar la posesión. No les basta contemplar el mar desde una roca, tienen que hacer ahí su chalet. No es suficiente amar a una mujer, tienen que casarse con ella. No son capaces de esforzarse para merecer la compañía de los seres de la montaña, tienen que llegar hiriendo la tierra con sus neumáticos. No quieren bañarse en el río, sino que han de tener su piscina. Propia, privada y excluyente. Lo que es de todos no es de nadie, y no sirve para diferenciarme del resto de la chusma.

Maldita mentalidad de trepa fachorro. Malditos nuevos ricos. Malditos los viejos. Maldito sea tanto energúmeno que no distingue el ser con el tener.

Asquerosa sociedad que cifra su éxito en la posesión. La posesión de las personas: el matrimonio La posesión de las ideas: los partidos políticos. La posesión de la tierra, base inmemorial de la injusticia. La posesión de los abalorios y quincalla con que las empresas compran nuestro tiempo, nuestro trabajo, nuestras capacidades, nuestra vida.

Yo seguiré echando el papel en el contenedor verde, la basura normal en el amarillo, y cualquier cosa en el azul. Me reiré de mi trasnada porque sé bien quién sufrirá mi cólera...no será mi madre, la Naturaleza, Gea...será el gordo cabrón del todoterreno.

Es mi venganza por haber matado a la brizna de hierba con la que conversaba. Me lo pidió su amante, el ciempiés.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonito ... si, al final, va a resultar que tienes alma de poeta y todo... :-P

En serio, me ha gustado y mucho. No te falta razón, pero ¿qué hacer para cambiar las cosas? ¿ No has pensado en mandar este post como carta al director a un par de periódicos? ¿Al defensor del pueblo? Suena a coña, pero lo digo en serio. No pierdes nada por quejarte, y algo siempre queda.

Por mi parte, seguiré dando la vara con el reciclaje, aún sabiendo que apenas sirve de mucho...

Por cierto, en Alemania siguen practicando la vieja técnica de "devolver los cascos", y no sólo con el vidrio, también con las latas. Imagínate la cantidad de latas de cerveza que se recogen en los supermercados de ese país ... :-P

Unha aperta

Unknown dijo...

Dedication and medication both are different but an artist when doing work his full dedication the work of art and craft that is called hid medication of work. How he could make all the designs.


Hilos de colores regenerada