21 de septiembre de 2006

San Martín y el mendigo

Os presento unas fotos de un capitel en la iglesia de la localidad de San Martín de Unx, en la que se narra el episodio más conocido de la vida del santo patrón: en una noche de invierno, cuando Martín estaba revisando los puestos de guardia, se encontró con un menesteroso transido de frío. Martin, joven piadoso, rasgo con su espada el manto y lo compartió con ese hombre. A la noche siguiente soñó que Cristo, vestido con el medio sayo que Martin le había dado al pobre, le agradecía su acción.

Aquí vemos a San Martin a caballo, como era propio de su posición de oficial del ejército romano.


Y continuando en la otra cara del capitel, estoy yo, quiero decir, el mendigo, recibiendo en cueros el obsequio, agradecido a su benefactor.


Ciertamente la acción del joven oficial ilirio es una muestra de misericordia y bonhomía. Desde la Iglesia, mucho antes de los sucesivos cismas que la llevaron a ponerse apellidos, todos ellos creyéndose los legítimos sucesores de Pedro y tratándo a los demás como hermanos extravidados de la fe y la verdad (que en religión, vienen a ser lo mismo, o al menos causa y consecuencia). Desde la Iglesia, digo, se promovió este ejemplo de generosidad (el joven Martín tendría otros muchos a lo largo de su vida, o eso dicen).

La práctica de la limosna es común con otras religiones, sobre todo, la islámica. El corán no critica la acumulación de riquezas (no podría hacerlo Mahoma, pues tenía protectores ricos), pero sí repetidamente su ostentación.

La generosidad es, en todo el mundo, una muestra de buen caracter, de persona noble y honrada. Las religiones lo único que han hecho es ponerlo por escrito.

Ahora bien, la diferencia es que no estamos en tiempos de Cristo, ni de Mahoma. Estamos en el siglo XXI y ha habido un avance en el pensamiento.

En la leyenda queda claro que Martin da la capa por propia voluntad, porque así lo quiere, porque es muy bueno, santo y generoso él. Y lo que no acaba de esclarecerse: si lo hace porque a su dios le place, o si lo hace por ayudar a un hermano. Es decir, si su dios le hubiera dicho en sueños: -"Mata a ese mendigo"...¿Qué habría hecho?

¿Amaba a Dios o al hombre?

En ningún momento la Iglesia (ni el Islam) se cuestionan la legitimidad de nuestro pequeño Martin de ir montado a caballo, bien vestido y alimentado. Lo que es suyo es suyo: punto. Podemos discutir sobre si Cristo es Dios (Concilio de Nicea), pero no sobre la legitimidad de la propiedad privada.

De hecho, a aquellos cristianos que lo hicieron (dulcinianos, fraticelli...), se les torturó hasta la muerte, persiguiéndolos como no perseguían a los paganos o infieles. La Iglesia puede tolerar que blasfemes contra su dios, pero no que cuestiones el caracter divino de la riqueza: Quien es rico lo es porque Dios quiere, Dios se lo ha dado y ¡ay! de quien se lo quite.

Si el Cristianismo es lo que es, y no pasó a la historia, es precisamente por haber sabido defender los intereses de los poderosos, dándoles esperanzas a los humildes. Ese sí que es un verdadero milagro, contentar a quienes tienen intereses antagónicos.

En resumen, la visión del cristianismo sobre esta feliz leyenda de San martiño es que el chaval le dió la mitad del sayo al menesteroso porque quiso, sin ninguna obligación, ya que la capa era legítimamente suya. Por eso es un acto generoso: porque es voluntario.

Luego llegó la Ilustración, y hubo quien empezó a preguntarse (entre otras cosas malvadas, Voltaire es verdaderamente el anticristo): ¿Y porqué Martín tenía un caballo, una buena pelliza, un estómago bien lleno...y el mendigo no?

¿Porque Dios así lo había querido? Contestación válida para el siglo II pero no para el siglo XVIII. MAAAAAHHH. Error.

¿Porque se lo había ganado, ya que había trabajado mucho y era muy listo? Pues va a ser que no, Martin entró en el ejército directamente como oficial, ya que su padre era tribuno militar. Era miembro de la aristocracia, vamos.

Ya sabemos pues porqué Martín iba a caballo y bien vestido. Lo que no cuenta la historia es porqué el pobre era pobre. Los "neocon" dirían que seguramente se lo merecía, sería vago o torpe, y en su mundo ideal en el que el que se lo merece medra, un pobre es punto menos que un apestado. Su situación es, por lo tanto, en ese mundo irreal: justa. Los que sabemos más del mundo nos imaginamos el porqué ese hombre andaba en harapos y con el estómago vacío.

Y después de la Ilustración vinieron las corrientes filosófico-sociales, que explicaban que precísamente porque Martín y su clase iban a caballo, vivían en palacios y se llevaban una vida regalada, es porque había pobres. Unos privilegiados que acumulan capital a costa de la explotación de la fuerza de trabajo del pueblo. Si no hubiera pobres, no habría ricos, pues no habría quien te trabajase por cuatro perras porque tiene que pagar la hipoteca (pues también hace 17 siglos los trabajadores vivían endeudados, el sistema de esclavitud por deudas no es nuevo).

Por lo tanto, según el pensamiento marxista, Martín dió al mendigo mucho menos de lo que le debía. Es más, ese reparto no debe ser hecho voluntariamente, esperando la buena disposición del que da la limosna, sino que debe ser el Estado el que redistribuya esa riqueza, limando las irregularidades (léase injusticias) que un sistema de libre mercado comete.

El marxismo pues, analiza la situación de forma diferente, y concluye que Martín, aunque buena persona, tenía algo que no le correspondía, y por lo tanto, robado. Ni mucho menos con su buena acción quedó reparado el daño, ya que las circunstancias seguirían siendo las mismas, el pobre pasaría de esa noche pero seguiría siendo pobre, y el ejército suministraría a Martín otra capa entera. Hay en este ejemplar relato una circunstancia de injusticia, que no se resuelven con la limosna sino con la revolución social y un estado socialista.

Pues si buena persona era el Cristo, pero no tanto, cuando decía eso de "pobres siempre los habrá entre vosotros", y prefería que le ungiesen con óleos caros a distribuir unas monedas entre los necesitados (acciones por lo demás igual de inútiles), mejor persona era Lenin, que no aceptando esa maldición, procuró que en su tierra no los hubiera. Si no lo consiguió totalmente, si el avance fué grande. Dos décadas de socialismo lograron lo que 14 siglos de cristianismo en Rusia no habían logrado. O mejor dicho, lo que 14 siglos de Iglesia habían remachado. No olvidemos la Iglesia, en este caso la ortodoxa rusa, defendía, entre otras aberraciones, la esclavitud. Hasta el punto de excomulgar a Tolstoi cuando emancipó a sus mujiks, dejando bien sentado que esclavitud y cristianismo eran una misma cosa. O mejor dicho, que la Iglesia es el legitimador espiritual de los poderosos.



El rico es ladrón o hijo de ladrón, que decía un santo católico. No lo debió decir muy alto, o no hubiera acabado en los altares sino en el camposanto, si es que ahí hubieran permitido depositar los quebrados huesos de semejante hereje.

Nuestro dulce Martín era de los segundos. Puede que ni su padre haya sido el ladrón, que viniera de familia y, generación tras generación, siguieran aprovechándose de su situación privilegiada para seguir robando, es decir, acumulando capital.

Que trabajando nadie se hace rico, eso lo sabe todo el mundo. No es el rico el que quiebra su salud quebrando su salud en la mina, o arriesgando su vida en el andamio. No es él el que va detrás de la yunta de bueyes, ni el que llora cuando llueve cuando no toca. O no llueve. Es el pobre el que más trabaja, para salir un día de su pobreza y, sólo con suerte y toda una vida, lo logra. Hay otros que, trabajando desde que levantan dos cuartas del suelo, y nunga les abandona la miseria. Y luego hay quien diga que quien es pobre es vago...¡qué poco saben de las cosas del mundo!

También hay quien dice que no sólo es trabajo, que también es inteligencia. Lo cierto es que yo no conozco a ningún multimillonario inteligente. A lo sumo, en el mundo de hoy, una persona inteligente, y que haya tenido posibilidades para desarrollar sus capacidades, a lo sumo que aspira es a una vida confortable de clase media. O a eso aspiraban nuestros padres, y no sigo hablando del mileurismo porque total, para que hurgar más en la llaga.

De nuevo la prueba nos la da el mundo: tanto genio que ha muerto en la necesidad. Por no decir tanto genio que no pudo llegar a serlo por nacer en un continente equivocado, o sin nada que cuelgue entre las piernas. Aunque una cosa es segura: si es rico, no es inteligente. Nadie verdaderamente sabio le daría mayor importancia al dinero, más allá de librarle de privaciones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si el marxismo tiene estos hijos...casi me quedo con los XXI siglos de cristianismo, errores incluidos. Me temo que Lenin no fue mucho mejor persona...y encima no sólo morían los ricos. Es curioso que, en general, los que más habláis sobre cómo solucionar la pobreza no os podéis quejar de vuestro ritmo de vida, y mientras llenáis de verborrea las plazas de las ciudades hay mucha gente anónima que gasta su vida atendiendo a esos pobres que no conocéis. Estoy cansado de visitar colegas que tienen "el capital" sujetando las botellitas de whisky de las primeras marcas, tanta hipocresía me da nausea.


La profesora Jung Chang, que fuera guardia roja en la Revolución Cultural China e hija de uno de los funcionarios asistentes a la célebre Conferencia de los 7000, ha publicado junto con su marido Jon Halliday una biografía de Mao Zedong. ¿Cómo era la personalidad del tirano, los rasgos de temperamento que le definieron como político y estadista? Para Chang, hay que remontarse a un texto escrito cuando apenas tenía 24 años, en el que Mao dice: «Rechazo toda moralidad, rechazo la conciencia, rechazo cualquier responsabilidad hacia los demás. Soy absolutamente egoísta y no me importan los sentimientos de nadie».

Mao fue un gobernante de enorme crueldad. Tenía una fuerza de voluntad extraordinaria. Al mismo tiempo mostraba, cuando era joven, un gran sentido del humor, igual que Stalin. También era muy buen psicólogo para advertir los defectos y las virtudes de las personas, pero sobre todo sus debilidades, y no dudaba en someter a cualquiera a la presión necesaria para lograr sus objetivos, incluso amenazando con cometer atrocidades con su familia.

Antes de 1927, Mao era más moderado, pero ese año hizo una gira por los pueblos de su provincia natal y vio cómo los campesinos ejercían la violencia unos contra otros, cómo apaleaban a los que tenían algo más, siguiendo el modelo de terror leninista. Se dio cuenta de que le gustaba aquella violencia rural y a partir de ese momento se convertiría en su mayor promotor. De este modo se fue haciendo con el poder, hasta que en 1938 dominaba completamente aquel enorme y poblado país.

«Sed violentos. Es probable que media China tenga que morir». Este era uno de los lemas que Mao inculcaba a los guardias rojos para lograr el éxito en su "Gran Salto Adelante", que supuso una industrialización masiva en la que murieron de hambre y de explotación 38 millones de personas. Después vino la Revolución Cultural, en 1966, una etapa de deliberada anarquía y terror promovida por él mismo para asentarse aún más en el poder.

Poco a poco, las biografías y estudios sobre Mao desvelan que ha sido el dictador más sangriento de la historia, culpable directo de más de 70 millones de muertes. Se trata de una cifra inimaginable en un país en tiempos de paz. El Partido Comunista Chino sobrevivió gracias a un régimen de terror y a ignorar por completo cuenta ni los sentimientos, los deseos y los sufrimientos de la población. Y lo más sorprendente es que este dictador, junto con otros de parecida ideología, fueron convertidos en héroes por no pocos intelectuales europeos de su época. ¿Cómo es posible que una purga que ocasionó tanto dolor, tantos atropellos y tantos millones de muertos pudo fascinar en su día a los intelectuales occidentales? La mayor parte de ellos creía que Mao dirigía un verdadero movimiento libertario y antiburocrático. Pero muchos otros tenían noticia de los horrores que se estaban produciendo, y no quisieron verlos, o incluso apoyaron el maoísmo, como Jean Luc Godard y Jean Paul Sartre, que aprobaban la violencia.

Mendiño dijo...

Ajam, muy bien. Ya veo que has leído ese libro tan esclarecedor sobre Mao que su consejero espiritual (Federico?) le ha aconsejado. Supongo que con semejante libelo ya se siente con fuerzas para emprender cualquier cruzada contra el enemigo rojo.

He leído que Mao era malo --> Mao era malo --> el comunismo es malo --> el socialismo es malo --> el marxismo es malo

Plas plas plas

Mira, no es por defender el maoísmo, deberías saber que a los trotskistas no nos produce buena digestión la revolución cultural. Nos da flatulencias.

Ahora, querer pintar a Mao con un sólo color es de una simplismo que desacredita al que lo lee. No, Mao no era el diablo cojuelo. Tampoco ningún santo, como ahora cuelgan su imagen de los muros en China, como queriendo exortizar su legado.

Pero a parte de que la obra de Mao nos merezca una mayor o menor reprobación o entusiasmo, analizandola con la distancia histórica y cultural necesaria...

....

....A CUENTA DE QUÉ COJONES VIENE?

Quiero decir, tienes todo el derecho a cagarte en Mao y en quien haga falta pero... en qué punto he mencionado a Mao en mi mensaje? Porque bueno, yo creía que esto era una contestación a un post, que si quieres hacer una para-biografía de Mao según San Escrivá, que allá tú, pero en tu blog. O es que has leído ese librito y has dicho: "esta es la mía, se nombra al materialismo dialéctico, pues voy a soltar todas las anécdotas truculentas que he leído sobre Mao". Pos fale, pos muy bien. Me extraña que no me dijeras eso que decía Berlusconi, que en la China de Mao se cocinaban niños. Total, puestos a coger la brocha negra, mejor cargar bien las tintas. :p

Mira, te resumo, por si no te has enterado:

Defiendo en este mensaje que la "filosofía" cristiana de la dádiva, del óbolo, de la limosna al pobre es una estupidez. Sólo sirve, como bien decía el Cristo, para que haya siempre pobres entre nosotros. Y efectivamente, los hubo. Para bien de los ricos y de su Santa Madre Iglesia. A ver si no quién coño iba a llenar las iglesias. Qué curioso, desde que el analfabetismo está arrinconado, las iglesias están vacías, menos niños dan religión en las escuelas, ni Dios tacha la casillita para la Iglesia...

Entiendo que es mucho más veraz el análisis que hace el marxismo sobre el origen de la pobreza, y el camino para lograr una sociedad más justa. Reflexiones que tienen una validez incontestables en nuestros días y que recoge la Carta Magna en cuanto a la redistribución de la riqueza por parte del Estado.

A los resultados me remito: Siglos soportando en España el nacionalcatolicismo, que no nos dejaron salir de la Edad Media. El intento republicano fue ajusticiado por fascistas y ultras católicos. Cada vez que se gobierna de acuerdo a la moral católica, este país echa el freno (en pensamiento, en libertades, pero también en economía e industrialización, pululando la corrupción institucionalizada que es probablemente la característica más sangrande del nacionalcatolicismo franquista).

Vamos, que el orden social que proponen las religiones semitas nacidas hace muchos siglos es IDIOTA. Si lo que queremos de verdad es crear un Estado de bienestar general a toda la ciudadanía, hay que leer cosas más inteligentes que el Nuevo Testamento o el Corán. Llevamos siglos aplicándolos y siglos de explotación y crímenes.

Si me quieres responder a ello, bien. Si no, cuéntanos tu vida si quieres. Todo tuyo. Lo veo una impertinencia, que yo proponga un tema y tú me respondas con otro, pero allá cada uno.

Ahora de quién te toca hablar...¿de Stalin o de Pol-Pot?

Si es que el discurso "neocon" es como un disco rallao...