Muy interesante lo que estaba leyendo en esta noticia.
Cuando prepararon la guerra los halcones de la Casa Blanca, hicieron sus cuentas. Con una inversión de tantos millones de dólares, conseguimos contratos de reconstrucción de infraestructuras. Infraestructuras que las USAF habían bombardeado, pagadas a precio de oro y firmadas por Paul Bremer en nombre del pueblo iraquí, y a cuenta de su subsuelo.
Asímismo, también conseguían ventajosos contratos de explotación para petroleras estadounidenses. Antes, Sadam Hussein había negociado esos contratos con empresas de Rusia, Francia y Alemania (curiosamente las palomitas pacifistas que se oponían a la ocupación).
Lo que realmente mantiene a los marines en Iraq es el miedo de la Casa Blanca a que un gobierno de cléricos en Iraq considere como papel mojado todos los contratos firmados durante la ocupación, y se niegue a seguir pagando la enorme factura de la deuda y a renegociar todos los contratos de nuevo.
Esa es la democracia que quieren proteger: un gobierno títere deudor de los USA que los necesita para gobernar. A cambio: mantener la estabilidad...contractual. Unos cuantos atentados de más o de menos es algo que en Washington importa poco.
El analista que comentaba la anterior noticia habla de los gastos como algo fuera del plan, como una contrariedad para el ejecutivo de Bush. En mi opinión, siempre formó parte del plan.
En su análisis, constata que se disparan los costes militares, tanto que los beneficios del crudo iraquí no bastan para cubrirlos. Sugiere por tanto que ha sido un mal negocio la invasión de Iraq (a estas alturas, el que piense que esta guerra no es más que un negocio...es que ve demasiadas películas de Bruce Willis).
El error está en considerar: Gastos de EEUU de Iraq - Ingresos de EEUU en Iraq = Pérdidas de EEUU en Iraq.
Falso. Los sujetos no son los mismos.
Los gastos de la guerra (intervención militar, como decía el miserable bigotudo) corren a cargo del erario estadounidense, esto es, de los contribuyentes norteamericanos. Evidentemente, esta ingente salida de dinero es a costa de otras partidas presupuestarias (fundamentalmente sociales) que el miserable de Bush ha considerado como prescindibles y demasiado onerosas (el desayuno en las escuelas, for example).
Sin embargo, los beneficios de la guerra corresponden a las empresas estadounidenses. Confundir el interés de los estadounidenses con el interés de las empresas es lo que me lleva a darle una colleja al periodista éste.
Petroleras como la Chevron-Texaco, o conglomerados empresariales como la todopoderosa Halliburton, han obtenido más que ventajosos negocios firmados, de nuevo lo repetimos, en nombre del pueblo iraquí por la administración estadounidense.
Creo que a estas alturas ya todo el mundo conoce el nombre del antiguo presidente de Halliburton: Dick Cheney (principal impulsor de la guerra).
Y por último, falta mencionar la tercera pata del negocio: la industria del armamento, y en general, las empresas que dan servicio al ejército de los EEUU.
Me hizo gracia el comentario de W.H.Hartung, especialista en armamento: "La industria del armamento no tiene necesidad de grupos de presión en la administración Bush. En un alto grado, ellos son la administración Bush".
Releed las cifras que os presenta el artículo y llegad a vuestra propia conclusión. Cotejad si tenéis tiempo las cotizaciones en bolsa de las empresas implicadas con el desarrollo de la ocupación.
La guerra supuso un tremendo negocio para las dos primeras patas. Pero es de remarcar la industria armamentística. Para ellos, cuanto peor, mejor.
En este negocio el dinero sale de los bolsillos del puto pueblo: del pueblo iraquí hipotecando su subsuelo durante lustros, del pueblo estadounidense que con sus impuestos (y su voto) sostiene la ocupación (a costa del deterioro de su propio país).
Y ese dinero va a...las empresas que están tratando Iraq como harían unos buitres con un trozo de carroña.
Son esos holdings los verdaderas instigadores de la guerra. Son quienes verdaderamente dirigen EEUU y el mundo. A ellos sirve el cretino de Bush.
El enemigo no es EEUU. Un pueblo de palurdos adinerados, embrutecidos de propaganda nazional-capitalista.
El enemigo es el Capital.
Está en su esencia, el buscar nuevas riquezas sin reparar en costes humanos. El dinero ama a su semejante, el dinero. No ama personas.
Las personas, en vez de amar a nuestro semejante, amamos al dinero.
Siempre encontrará hombres que se rindan a su aureo brillo y vendan su conciencia.
Bush es un títere. Los consejos de administración de las grandes multinacionales no son más que títeres. Hombres que más pronto que tarde regresarán a la tierra.
Son los siervos que dotan de inteligencia y voluntad al CAPITAL. Sufrimos su tendencia centrípeta, de acumulación de capitales convergiendo en unos pocos nucleos de poder a modo de agujeros negros, no dejando que ni la luz escape a su voracidad.
La Ley de la Gravitación Universal, aplicada al capital. Sustituímos masa por dinero, y listo.
Cuanto más masa absorven, más grande es su poder, y con mayor gravedad ejercen su influjo a distancias cada vez superiores.
Hoy día todo el mundo, u orbita en torno a esos grandes agujeros negros de la riqueza, o está ya inmerso en ellos.
¿Qué pasará cuando sólo existan unos pocos agujeros negros, inmensas acumulaciones de Capital en el mundo, y NADA exista fuera de ellos?
¿Colisionarán? ¿Se alcanzará un equilibrio estable? ¿Se fagocitarán hasta quedar sólo uno?
¿Cuál es nuestro papel, pobres mortales en este juego? ¿somos las fichas?
¿Resistirá el planeta?
¿Cuánta gente habrá de morir?
26 de abril de 2006
El negocio de la guerra
Publicado por Mendiño el 4/26/2006
Etiquetas: economía, internacional
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1 comentario:
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