20 de agosto de 2008

Inconsecuencia



Se oye estos días a Condolezza Rice y a su mascota Ban Ki Moon cacarear sobre la "integridad territorial de Georgia". Y ponen cara de que se lo creen.

Sin embargo, no les parecía tan importante salvaguardar la "integridad territorial" de Serbia, cuando fomentaban el referendo y posterior declaración unilateral de independencia de los albanokosovares (dejando en un brete a los serbokosovares).

La alimaña de Putin y Dmitri, su marioneta, hablan de defender a ciudadanos rusos de la "limpieza étnica" del ejército georgiano. Ciudadanos que ellos mismos han hecho rusos concediéndoles pasaportes. Sería mucho más sencillo, si la intención es la de recorrer el camino de la concordia entre los pueblos y el respeto a la vida humana, que detuviesen la limpieza étnica que el ejército sobre el cual tienen mando directo (y por lo tanto responsabilidad última en sus crímenes) está llevando a cabo en Chechenia.

Si importante es la voluntad de los surosetos de reunificarse con los osetos del Norte y pertenecer a la Federación Rusa, no menos valiosa es la voluntad del pueblo checheno de abandonarla.

El Mendigo es consciente de que es sólo un pobre diablo, y que su opinión en nada cuenta. Con todo, Su Mendicante Majestad se permite el lujo de ser consecuente con lo que dice, en vez de cambiar de discurso según sus intereses, como la escoria política nacional y mundial.

Los principios, o son universales, o no son principios.

Los estados deben surgir de la voluntad explícita de los ciudadanos de querer vivir en común y dotarse de unas estructuras de gobierno (administración, judicatura...) para regular esa convivencia.

Toda sociedad es, debiera ser, libre de decidir y manifestarse sobre las formas de gobierno de las que se quiere dotar, y con qué sociedades quiere participar de ellas (previa aceptación de esas otras sociedades, pues a nadie se le puede imponer la entrada en un club, pero tampoco nadie puede imponer su aceptación si los miembros le rechazan).

Si no se respeta la voluntad política de una sociedad de autogobernarse, no se puede hablar de democracia, sino de sometimiento de una sociedad por otra (generalmente de mayor potencial bélico, pues los cañones son las mejores razones cuando no se tiene razón).

Cuando un grupo toma consciencia de su existencia, adquiere el derecho a autoorganizarse, y a relacionarse a voluntad con otras sociedades para crear entidades administrativas de orden (que no rango) superior.

Tal es el concepto de autodeterminación.

Esto es democracia, y sólo en tal caso podríamos hablar de un estado legítimo.

Nota 1: Si los Osetos quieren ser rusos, su voluntad es sagrada para un demócrata. No obstante, el Mendigo constata la guerra como el crimen institucionalizado, y por lo tanto, la rechaza por principio.

El Mendiguiño deplora la hipocresía de unos y otros, como al comienzo señalaba.

Y, sobre todo, el Mendi, es decir, yo, no se chupa el dedo. La provocación de la milicias osetas a las autoridades de Tiflis buscaba forzar la reacción del subnormal del presidente georgiano, que cayó en la trampa: entró en Osetia con los carros, desencadenando el desigual intercambio de piezas en el tablero caucásico con el fenomenal ejército ruso.

La situación actual es de dominio del tablero por parte de éste, como era lógico y previsible. No sólo del cuadro central del tablero, Osetia, sino de las filas georgianas, teniendo a las fichas georgianas arrinconadas en sus dos últimas filas y sin posibilidad de evolucionar.

Jaque.

Habiendo tomado más de lo que pretendía, Rusia podrá quedarse en las negociaciones de Paz aquello que llevaba tiempo buscando: la anexión de Abjasia y Osetia del Sur.

Todo ello, antes de que Georgia entrare, con Ukrania, en el redil de la OTAN.

Nota 2: En toda esta historia, he leído sesudos análisis sobre el origen del conflicto. Que si los alanos, que si los circasianos. Todo muy interesante, pero en política nada de esto tiene ningún valor. Puestos a buscar, razones sobradas hay en la historia para defender y justificar casi cualquier comportamiento, y su contrario.

Lo único válido en democracia es la voluntad de los ciudadanos de hoy. Que sus padres, abuelos o remotos e hipotéticos antepasados hicieran, decidieran o padecieran tal cosa, en nada obliga ni condiciona a los ciudadanos actuales, ya que son sujetos distintos.

La voluntad de un pueblo (sean osetos, sean kosovares, vascos, bretones, quebequeses...) a cambiar sus fronteras y sus lealdades, basta y sobra. No hay nada más que probar. Mezclar historia y política es absurdo, pues sus objetos de estudio son distintos (una las sociedades pretéritas, otra, las relaciones humanas en las sociedades actuales).


Resumiendo: la voluntad de una sociedad a autoorganizarse está por encima de las Patrias Inmemoriales, de las razas y las gestas nacionales que justifican su indivisibilidad.

Esto es democracia.

No hay nada por encima de la libertad, la cual es un bien absoluto. La Sagrada Unidad de la Patria no. Es una divinización del Estado propia de los totalitarismos, poniendo al instrumento por encima del sujeto.

Es cuestión de principios.

Para quien los tenga.

2 comentarios:

wenmusic dijo...

Está claro que la información del conflicto no la has sacado de los telediarios, que desde luego no profundizan nada en estos temas y se centran en sacar los tanques en la pantalla.

Mendiño dijo...

Nas Wen!

Si quieres que te diga, hace cosa de meses que no veo un puto telediario.

De hecho, hace dos meses que no enciendo la tele más que para ver alguna peli o documental (bajado del amule, por supuesto).

Ah! Sí, unos minutos para ver la barbaridad del circuito de Valencia. Y ayer, que mientras hacía la comida veía cachos del GP de San Marino.

No, verdaderamente los telediarios no puedo decir que sean información, sino entretenimiento, espectáculo. Ni existe rigor al seleccionar las noticias, ni al desarrollarlas.

Es basura.