11 de julio de 2007

Renta Básica



Desde hace semanas, meses ya, cuando entro en casa al mediodía me encuentro una mujer de cierta edad, que podría ser perfectamente mi madre, comiendo un bocadillo sentada en el portal de entrada.

Una mujer humilde (de actitud), vestida correctamente, comiendo como un pardal (por lo huidizo) y siempre en el mismo portal. Cuando al entrar la saludo, responde con cortesía y con una pizca de desconfianza, como si le fuera a reprochar algo (se ve que algún vecino lo ha hecho, ya me enteraré de quién es el valiente) y la ha expulsado a la calle, a acabar su bocadillo.

Mi comunidad es así: una cloaca llena de ratas cobardes. Les han estado mangoneando y robando toda su vida, hasta tenemos un cacique y todo (ya le queda poco, dicen que tiene cáncer) del que todo el mundo murmura pero al que nadie se atreve a enfrentarse. Eso sí, un día que llovía, un menesteroso (antes se les llamaba así, ahora un sin-techo) se cobijó en el portal, por la parte de la calle, no dentro, entiéndase. Llegó una rata y, muy valiente con el débil, lo lanzó a la lluvia de muy malos modos. Una de las ratas que cuando ven a un vecino sonríen ladeando la cabeza y saludan con una mezcla de risa y balido.

Llevaba ya tiempo con la mosca tras la oreja, y algo ya me suponía. El otro día mi vecina de puerta, una buena mujer, ya mayor, que vino del pueblo para estar más cerca de sus hijas y que ahora reniega de estos señoritingos de la ciudad, echando de menos las charlas con sus amigas. Como decía, el otro día mi vecina mencionó a la mujer del bocadillo.

Normalmente intento evitar sus cuentos, porque si pico el anzuelo por no hacerle feo tiene tanza para rato y es capaz de tenerme una hora contándome sus achaques, las intimidades de sus hijas (si ellas supieran...), sus peleas con los tenderos de media ciudad. Pero esta vez le di cuerda para que me contara algo de esa mujer.

Resulta que, como me figuraba (casi me temía), es la asistenta (antes se les llamaba domésticas, y antes algo más feo) de una putilla cincuentona de mi edificio. Una solterona con ínfulas de princesa que se deja ver por los cafés carcas de la villa, presumiendo de talle, piel de bronce y pelo siempre cuidado.

La mujer del bocadillo, resulta ser una viuda que por la mañana trabaja en uno de los chalets de la zona bien de las afueras, y según sale viene a trabajar a la casa de mi vecina la Princesa de Éboli. La Princesa le paga 20 talegos al mes por venir tres tardes a la semana, sin seguro. Y como Su Muy Putísima Alteza no quiere que la plebe como en su casa, ni que sea un bocadillo en la cocina, la mujer compra en el Dia de la esquina pan y fiambre y se lo embocadilla. Aquí cerca hay algún bar que por seis euretes se come más que decentemente, pero entonces se gastaría, entre la comida y el transporte (es de un pueblo de la comarca) el sueldo de las tardes. Y el de las mañanas lo necesita para pagarse un seguro de jubilación (debe andar por los 60).

Que una mujer de 50, sin trabajo, sin hijos, sin nada que hacer en la vida más que adorar su propia vanidad...tenga que contratar a otra mujer mayor que ella para que le haga las labores de la casa...es injusto.

Que una mujer, después de toda una vida trabajando, tenga que aguantar las insolencias y desplantes de la Muy Zorra Marquesa de Pompadour (cuando nos cruzamos en el portal, arruga la nariz y tensa los labios, para dejar patente su superioridad y desprecio; yo saludo cordial y sonrío, sonrío imaginándome como quedaría después de bajar mi puño sobre su cabecita, como si fuera una nuez). Es muy jodida la necesidad. El dinero no tiene importancia ¡Je! Eso lo dice a quien no le falta. Sin dinero no eres libre (aunque muchas veces, con dinero tampoco, pero eso ya es cosa de cada uno, de lo gilipollas que se sea).

Aunque la narración parezca un remedo de Dickens, es absolutamente cierta. Si algún día queréis visitarme, os invito a una cerveza y os presento a la dama del bocadillo. Quizá sea sólo un detalle, más importante es la mierda de salario pero, el mandar a una persona que trabaja en tu casa que coma en la calle...lo siento, me hace chirriar los dientes.

Conclusiones:

1º Vivo en una ciudad de mierda, llena de provincianos endomingados que viven para que les vean, ignorante y clasista. Y parece que mi comunidad es la sublimación de todas estas virtudes.

2º En España han faltado unas cuantas revoluciones, muchos cuellos que cortar y unas cuantas ocasiones en que se diera la vuelta a la tortilla, para que entendieran que, al fin y al cabo, todos estamos en el mismo carro, y los que ahora están en el pescante, mañana pueden que estén tirando. (ya harán nuestros perrillos socialdemócratas lo que sea para que tal no ocurra).

3º La necesidad de instituir una renta básica de caracter general, que cubriese las necesidades básicas de cualqueir ciudadano. De esta forma, no tendría que asegurar su sustento aceptando trabajos denigrantes, explotación y abusos de miserables.

Por mi parte, no quiero saberme cómplice del que tiene que robar, mendigar, prostituirse o símplemente aceptar lo que le den porque no le queda otra para tirar adelante.

No es regalar nada a nadie. El mundo y su riqueza es de todos y lo que a unos les sobra, es porque han cogido más de lo que les corresponde. La justicia es precisamente restituir lo que ha sido injustamente adquirido, y restaurar la situación de equilibrio.

La propiedad privada es un derecho. Pero no es un derecho absoluto. La vida, la vida sí que es un derecho absoluto.

Creo que la lucha por una renta básica, por el mero hecho de ser ciudadano, es de las pocas cosas verdaderamente IMPORTANTES que exigir a nuestra basura política. Ahorraría mucho sufrimiento, dignificaría a toda la sociedad (recordemos las palabras de Bakunin: no puedo ser libre si a mi lado hay un hermano que padece) y sería un extraordinario mecanismo de redistribución social y potenciador de la economía (el pobre no compra pisos para especular, no compra automóviles de importación, no se lleva su dinero a la Isla de Jersey).

5 comentarios:

marialob dijo...

Hola Mendi, me alegra saber que no estoy sola en esa lucha personal y diaria contra la intolerancia y la falta de humanidad. El ser humano nace con un enorme potencial. Por desgracia muchas personas desarrollan sus perores instintos, pero estoy convenciada de que somos muchos los que nos preocupamos de los que nos rodean e intentamos actuar en consecuencia. Tienes mi apoyo, si te sirve de algo.
Un saludo afectuoso

Campu dijo...

A mi también me hace chirriar los dientes tanta falta de conciencia, que aquellos que tienen más a costa de que otros tengan menos duerman tranquilos en sus dormitorios dorados, la intolerancia, las babas que se van dejando cerca de los que tienen poder (o más bien dinero), la hipocresía, la falta de perspectivas en la vida, que algunos deben suponer eterna....

Hemos perdido de vista el verdadero sentido de la vida buscando el color del dinero, de la ridícula prepotencia social, de las reuniones en las que nadie se mira a los ojos, de los trajes que disfrazan nuestros verdaderos deseos...evitando pensar en uno mismo y en lo que realmente necesita para ser feliz...

Campu dijo...

No hay que olvidar que la redistribución de los recursos puede ser muy peligrosa...Es difícil encontrar la justicia en un asunto como éste, y sobre todo en países donde la picaresca sigue brillando con luz propia...

Y parece que siempre son los mismos tontos los pagan las consecuencias de un Sistema que seguirá cayendo mientras existan otros muchos que se aprovechen del trabajo de los demás...

Anónimo dijo...

Hola!

No estoy deacuerdo para nada en lo de "muchos cuellos que cortar" ni en lo de "unas cuantas revoluciones" por que lo más seguro que es al final se terminaran cortando los cuellos de los que menos se lo merecen y todas las revoluciones que conozco han empezado con muy buenas intenciones y han terminado con los poderosos en el poder; cambiar para quedarse igual.

Lo que necesita esa señoritinga es una vuelta de tortilla como dices y que tenga que ir a limpiar la mierda de los demás por 4 duros, aunque te advierto que hay gente que no aprende ni con esas...

Saludos

Anónimo dijo...

Me ha dejado tocado el post, Mendigo. Me has recordado mi infancia.

Debe ser porque la mujer más digna que he conocido en esta vida, mi madre, ha trabajado toda la vida limpiando la mierda de otros, sin contratos, sin seguros. Pero con la cabeza altísima pensando en que había que sacar seis niños adelante.

Hoy soy de los que recojo del suelo la publicidad de los buzones que tiran los miserables de mis vecinos.