25 de junio de 2008

¿Quién está robando impunemente?



Este es el título de la entrada que Félix Soria hizo unos días y que os recomiendo su lectura.

¿Quién roba impunemente a manos llenas?
Naciones Unidas, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), los datos de la Agencia Internacional de la Energía y el propio gobierno de Arabia Saudí --primer productor mundial de hidrocarburos-- coinciden en que los actuales precios del crudo son inexplicables si se atiende a la oferta y a la demanda existentes. Un fenómeno similar se registra con los alimentos.
La explicación es sencilla, en esto también hay coincidencia: ambas carestías son fruto de la especulación a la que se dedican de forma sistemática las grandes fortunas y un número creciente de entidades financieras. A su vez, la especulación es posible debido a la atroz desregulación que propician las políticas económicas imperantes en Occidente.
Este y no otro es el debate de fondo en política económica. Los líderes políticos y económicos de orden se llenan la boca constatando evidencias: ¡La economía está globalizada!, pero luego se tornan mentalmente chiquitos --o lo hacen ver-- y buscan soluciones país por país, sabiendo que en economía ya no existen las fórmulas con frontera.


Félix tiene una virtud de la que yo carezco: la concisión.

Sin embargo, yo modificaría mínimamente este texto para hacerlo más general: sustituiría el término especulador por el término intermediario.

Al fin y al cabo, todo intermediario es un especulador, y por la misma, toda especulador no deja de ser un intermediario.

Para que no quepa ninguna duda, según la RAE especulador es aquel que efectúa operaciones comerciales o financieras, con la esperanza de obtener beneficios basados en las variaciones de los precios o de los cambios.

Y un intermediario es aquel que media entre entre el productor y el consumidor de géneros o mercancías, evidentemente, y esto ya no forma parte de la definición sino que es de mi cosecha, con la esperanza de obtener beneficios por el diferencial de precios de adquisición y venta.

El problema es que, entre el productor y el consumidor, hay una serie de intermediarios que incrementan el coste del producto sin aportarle valor alguno.

El trabajador recibe dinero a cambio de su trabajo. El intermediario gana dinero a cambio de nada, por lo tanto se le puede tratar en justicia de ladrón.

Por supuesto que no llamo intermediario, esto es, ladrón, al transportista que desempeña una función: acercar los productos al mercado. Ni tampoco es, en principio, ladrón el minorista que pone a disposición del cliente final los productos: ambos cobran por un trabajo necesario para que el producto (bienes de equipo o de consumo) llegue al consumidor. Nihil Obstat.

Un intermediario es ladrón cuando incrementa el precio sin aportarle nada al proceso de producción o comercialización del producto o, de hacerlo (envase, trasporte, comercialización...), el incremento de precio del producto al pasar por sus manos no es proporcional al valor que aporta al producto y los gastos que genera.

Esta es la fórmula de la riqueza, la piedra filosofal del liberalismo: ganar dinero a cambio de nada. La sanguijuela que se alimenta del esfuerzo, de la sangre de los animales que trabajan, debilitándolos pero sin llegar a matarlos, y anestesiándolos son su saliva para que el animal no se revuelva y se la despegue.

Se conoce a los ladrones porque estos son PRESCINDIBLES en el proceso productivo, pueden ser eliminados con beneficio para el productor y el consumidor (que vende más caro y el otro compra más barato, haciéndose con el margen de beneficios, a veces monstruosamente elevado, que antes quedaba para el intermediario).



Los intermediarios son pues una de las ineficiencias del sistema capitalista, llamado de "libre mercado" (cuando precisamente el mercado no es libre, sino que está gobernado por las sanguijuelas).

El colmo de los intermediarios, el sumum, son aquellos a los que Félix se refería en su entrada: los especuladores. Es decir, los intermediarios financieros, que ni tan siquiera llegan a tocar aquello con lo que comercian, porque la simple razón de que muchas veces, ni existe. Aún no ha sido obtenido, gracias al trabajo, de la Naturaleza.

A eso llamamos mercados de futuros.

5 comentarios:

Mendiño dijo...

Ejemplo 1:

En el pueblo un paisano tiene unos castaños.

La finca es de su propiedad, los castaños son de su propiedad. Es decir: posee el capital.

El paisano limpia la finca, riega los castaños, vigila que no enfermen, los poda...es decir: trabaja.

Cuando llega la época de las castañas tiene que deslomarse recogiéndolas, metiéndolas en sacos y, en ocasiones, revisándolas una a una para seleccionar las castañas más grandes. Es decir, más trabajo.

Si ese año viene malo, hay pocas castañas, o las que hay están agusanadas, es el paisano el que se jode. Si arden los castaños, se jode el paisano. Si se secan por alguna enfermedad, se jode igualmente. Es decir: asume los riesgos.

Por todo ello, el paisano cobra al que le viene a recoger las castañas a 1 €/kg.

Sin embargo en la frutería yo compro las castañas a 4€/Kg.


Alguien me dirá: "claro, pero la castaña estaba en un pueblo de Ourense y tú la compras en la frutería de la esquina".

Bien. Veamos. Vivo a 200Km del hipotético pueblo del hipotético paisano que tiene los castaños (pongamos en Allariz).

Si yo me dedicara al transporte de castañas, podría llevar en mi furgo 1000Kg, costándome el gasóleo a día de hoy 100€ y pudiendo recorrer 1000Km. Es decir, que el coste de combustible es de: 0.00001 €/(Km*Kg)

Multipliquémoslo por dos para contar la amortización de la furgoneta, los neumáticos, el taller. Por tres, para que incluya el salario del conductor: 0,00003 €/(Km*Kg)

Luego poner ese kilo de castañas en Pontevedra sale por: 0,06€. Eso es lo que encarece el transporte las castañas.

Le puedes sumar un céntimo más por gastos de almacenaje (unos días, porque si no las castañas se agusanan).

Y ya está. La castaña es ofrecida en la frutería tal cual la recogió el paisano del árbol, sin que en el lapso que hay entre que el agricultor la recoge y yo me la como se le haya efectuado a la castaña ningún tipo de proceso que justifique ese encarecimiento. Nada que haya aumentado el valor de la castaña.

¿Cómo es posible que quien pone capital, trabajo y riesgo, reciba 1€ /Kg, y los otros 3€/Kg se los queden aquellos que no añaden valor al producto?

Intermediarios.

Y podríamos hablar de Nike y los niños afganos cosiendo balones...

Mendiño dijo...

Nota: las castañas no se transportan generalmente en furgonetas, sino en camiones de medio tonelaje para distancias medias y gran tonelaje para las distancias grandes.

Ello reduciría los gastos de transporte enormemente (son mucho más eficientes, por la mayor capacidad de carga en relación con sus costos de operación).

Por lo tanto, esos 0,00003 €/(Kg*Km) son una cifra exagerada, límite. El coste real es menor.

Im-Pulso dijo...

Tu aportación, al sustituir especulador por intermediario, es correcta, pero con matices, en mi humilde opinión.
Añadamos el matiz que falta: Casi ningún especulador financiero --no hablo de especuladores minoristas o mayoritas que tienen almacén-- ejerce de intermediario de productos tangibles: ¡¡¡Ni los ven!!! Es más, ni siquiera llegan a ser propietarios del producto, pues son simples propietarios de la opción de compra-venta.
En todo caso, es cierto que son intermediarios en el sentido amplio de este término.

Mendiño dijo...

Con tu permiso, añado una precisión más.

Un especulador financiero no sólo no tiene porqué ni ver aquello que compra, pues aún no existe.

Es que muchos de los productos que compra (exactamente, compra una opción de compra) tampoco son tangibles: desde divisas, bonos, participaciones en empresas...

Es todo un castillo de naipes levantado sobre una nube, pues hace décadas que el dinero dejó de estar referido, siquiera indirectamente, con algún bien material (oro, petróleo, pepitas de cacao, camellos...lo que sea).

El día que toda la humanidad se levante pensando que el billete de dólar vale la décima parte que el día anterior, así será.

Mendiño dijo...

Un artículo en Público:
¿Quién tiene la culpa de que el crudo esté caro?