
Supongo que algo así es la imagen idealizada, utópica, que tienen de Galicia los que no la conocen (muchos de ellos se dicen gallegos)
En los anuncios que la Xunta periódicamente paga en las televisiones se presenta una Galicia verde, viciosa, fértil. Quienquiera que no conozca la realidad se imagina esta tierra como un paraíso terrenal con impenetrables bosques de árboles milenarios envueltos en un perpetuo sudario de niebla.
Los gallegos siguen explotando esa tópico de la Galicia Verde a pesar de que ya hace décadas que los bosques que dieron sentido a este pueblo fueron convertidos en cuadernas para los barcos, leña para la
lareira,
trabes para las casas...y ya sólo quedan plantaciones de pinos y eucaliptos con los que alimentar las industrias de pasta de papel y tableros de conglomerado.
Galicia es una de las regiones de Europa más pobres medioambientalmente. Sus montes están muertos, en esas plantaciones de especies invasoras muy pocas especies son capaces de desarrollarse. La biodiversidad es mínima y el proceso de desertificación avanza. Después de un incendio vienen las lluvias, que arrastran los nutrientes y a veces, en aquellos sitios donde la pendiente es mayor, el suelo queda en peña viva.
Todo esto lo he dicho muchas veces, que Galicia vive una situación ecológica catastrófica, la destrucción de sus bosques es casi absoluta, y sólo comparable con el vecino Portugal. Hay más robles en Extremadura o en Castilla La Vieja. Es casi imposible encontrar un
carballal maduro e íntegro en territorio gallego.
Sé que quien lea esto piensa que exagero. Normal. Quien lea esto pasa sus fines de semana en la civilización, metido en el bar de moda de su ciudad. Cuando paseo por el campo, sólo me encuentro a los paisanos, y ellos sólo conocen el estado de su pueblo, no les interesa comprobar cómo está el resto de su país. La Galicia urbana vive de espaldas a un monte que desprecia y por el que siente absoluta indiferencia. ¿A quién le importa?
A mi me encantaría poder acompañar a cada ciudadano español, a cada gallego, en un paseo recorriendo puntos al azar de la geografía gallega. Sé que esto es imposible, el ciudadano medio tiene pavor al polvo del camino, al barro, a la intemperie, a las bestias y a los bichos, al sudor y la fatiga del camino. Vivimos de espaldas a la naturaleza, en un mundo esterilizado de toda forma de vida (salvo el perrito de compañía de turno, aberración genética perpetrada durante siglos, un lobo desnaturalizado hasta límites grotescos).
Ya que nadie me va a permitir enfrentarle con la realidad, pues ni tan siquiera desde la ventanilla de su todo-terreno-pijo-de-ciudad quieren ver el polvo (¿hay algo menos
cool?) del camino, al menos me voy a servir de una herramienta al alcance de todos para enfrentar esa visión idealizada que se tiene de Galicia con la realidad que te encuentras cuando recorrer sus caminos.
Hace unas semanas
Google Maps ha actualizado la fotogrametría de algunas cuadrículas correspondientes a Galicia. Por ejemplo, esta de la zona de Lobios:

¡Qué casualidad, un incendio! ¿Casualidad? No. Los vuelos suelen ser en días despejados, fundamentalmente verano. Y en el Sur de Galicia es imposible recorrer 50Km un día de verano sin avistar la columna de humo de un incendio.

Ahora hagamos un zoom sobre el incendio. ¿Qué es lo que está ardiendo? ¿Esos bosques tupidos de los que hablábamos antes? No. Esos desaparecieron ya hace décadas. Lo que arden aquí son
xestas y
toxos, matorral, monte bajo. La forma que tiene la naturaleza de regenerarse después de la destrucción de un bosque. Y se vuelve a quemar. Y luego ya sólo nacen hierbas, gramíneas y carqueixas. El suelo se va empobreciendo y perdiendo potencia hasta quedar prácticamente yermo, y sólo ser capaz de mantener una vegetación esteparia.
Estepa en Galicia ¿Créeis que exagero?

Bien, hace tres años de este incendio. Aquí sólo salen cepellones de hierbajos.

El resultado de otro incendio, unos kilómetros más al oeste.

¿Dónde están esos bosques de los que hace publicidad la Xunta para atraer turistas? Señaládmelos en el Google Maps. Os desafío.
Quedan bosques ripícolas protegidos del incendio por la humedad. Y luego, las enormes extensiones de pinos y eucaliptos, fácilmente identificables por su color. ¿Dónde estas esos carballos? ¿Dónde las hayas, los arces, los fresnos? Adelante, tenéis el Google Maps, buscadlos como quien busca a Wally. Descubrid Galicia desde el cómodo sillón del ordenador.

¡Ups! ¡Otro incendio!

No mucho más lejos que el incendio del año pasado:

Cuando se mezclan fotos en dos momentos distintos, es divertido apreciar el antes y el después. Ahora hay un árbol, ahora sólo queda ceniza.

En este caso es al revés. La fotografía más antigua desvela el incendio y la más moderna la recuperación de la naturaleza años después: monte bajo que arderá este año, o al siguiente.

Espero que hayáis disfrutado de vuestro viaje por tierras gallegas, en especial este rincón del sur de Galicia que es quizá lo más parecido a mi patria que puedo tener. No nací aquí, soy hijo del asfalto, pero aquí pasé los mejores momentos de mi niñez y adolescencia, descubriendo a golpe de pedal toda la provincia de Ourense.
Yo ya no la reconozco. Ya mi padre no reconocía aquella Galicia de hace veinte años que yo añoro y que él veía destruida respecto a los recuerdos que de ella tenía.
Él me contaba que iba a pescar a un río. ¡Y eran grandes, las truchas! Ese río se seca ahora en Julio, y no vuelve a llevar agua hasta Octubre.
La toponímia del lugar es un recuerdo amargo.
O carballal. Y sólo hay xestas quemadas.
O penedo da loba, y sólo hay grillos.
O camiño da fonte, y la fuente hace veinte años que secó.
O lombo do bufo, y el hipotético búho tendría que cantar subido al poste de teléfonos, pues es lo único que levanta un palmo del suelo.
En fin. Así es la vida.
Que paséis buen verano en Sanxenxo. Que no os indigestéis mucho con las ostras de la Piedra, en Vigo. Visitad el sepulcro del pobre jefe tribal que jamás oyó hablar de Cristo y ni maldita la falta que le hacía, y que ahora adoran como Santiago el Mayor. Compraos si podéis un chaletito en Foz, id a tomar los baños a la Toja, salid de marcha por Coruña y acabad vomitando en Riazor. Disfrutad de Galicia. Y cuando paséis con vuestros coche por la A-52 camino de esos centros de descanso para urbanitas, no apartéis la vista de la carretera. Lubián, A Mezquita, Gudiña, As Ventas, Verín, Fumaces, Xinzo, Sandiás, Allariz...pasadlos rápido. Apretad el paso. Un poquito más allá, ya estáis en la capital, Ourense, y desde allí, si no alzáis mucho la vista, podéis seguir ignorando lo que os rodea. Ourense es una villa termal, tiene spas, y hoteles, y restaurantes de esa famosa gastronomía gallega: todo lo que puede pedir un turista.
Un poquito más allá, seguimos mirando la carretera. No nos desviemos en Ribadavia, en Melón, ¡en A Cañiza! ¡No miréis! No, seguid un poco más. Dentro de poco podréis estar paseando por el paseo marítimo de Samil, o atiborrándoos a chinchos en Baiona - Bayona.
Venid a conocer la Galicia Virtual, y seguid ignorando la Galicia Real.